Hay una tarea en la Pascua, una tarea que esta noche os invito a que dejemos posar, ahora a la luz de la Palabra y luego a la luz de la Eucaristía: que nos dejemos tocar por el trabajo. Y os preguntaréis, ¿qué trabajo es este de la Pascua? ¿No es la Cuaresma el trabajo de la Pascua?

No, la Pascua tiene un trabajo especial y es conocer y aprender a ver a Jesús hoy. No ayer, ni el Jesús de cuando tenías 6 años, ni el Jesús de hace 5 años. Conocer a Jesús con las cosas que te están pasando hoy mismo. Y aprender, en el hoy, a ir descubriendo quién es Jesús y dónde está. Esa es la tarea de toda la Iglesia. Pasa que a veces nos pilla cansados de la Semana Santa y andamos con las rentas. Los discípulos, cuando empiezan a oír algo de resurrección, estaban muy confundidos porque todavía la experiencia de la cruz estaba muy dentro de ellos. Y, la verdad, no es que los discípulos buscaban a Jesús: si vemos la experiencia de la resurrección es que es el propio Jesús que va buscando a los discípulos.

¿Querrá decir que Jesús también te busca a ti? ¿Está buscando tú ahora mismo a Jesús o no? Los discípulos, si tienen algo, es que aprenden a saborear que Jesús les está buscando a cada uno. Y no vale vivir de prestado, lo hemos escuchado hoy. Para afirmar "creo en Jesús", no vale decir que pensamos “como el otro, el anterior”. Es necesario que en cada Pascua, cada uno de nosotros, dice si cree o no cree. En esta Pascua allí tienes el reto: atreverte a dejarte encontrar por Jesús.

Es un atrevimiento que tuvo Pedro, Juan, Magdalena y también Tomás. Creo que todos llevamos un Tomás dentro. Lo habéis escuchado bien: Tomás nos dice que no se puede caminar de oídas y que solo cuando te pones delante de Jesús como él, entonces la resurrección crece. No sé si os parece raro, pero Tomás, cuando caminó con Jesús, creyó en Él. Tomás es el mismo que dijo: “Señor, moriremos por ti”. Es el que creía en Jesús, pero llegó la cruz y no creyó en la fuerza del amor. Tomás no creyó que el amor de Jesús fuera grande, no creyó a la comunidad cristiana y al resto de los discípulos. Para él, la cruz pesaba mucho y pedía una prueba y que hiciera lo que necesitaba, en aquel momento, porque no sentía a Jesús cerca. Había caminado con Jesús, pero ya no estaba. ¿Os suena muy raro esto?

Tomás quería sentir a Jesús como lo había sentido antes y quería tocar a Jesús como lo había tocado antes. Y se lo dice a la comunidad: ya no sentía lo mismo que antes. ¿Y qué hace? Se va a otro sitio, a otro lugar. ¿Verdad que os pasa en vuestros grupos que hay gente que no se va, pero está siempre en otros sitios? Quizás hoy podemos hacer un proceso especial para que la presencia de Jesús no nos llegue de pasada. Hay muchos sitios donde podemos ir, como lo hizo Tomás, y podemos estar estudiando, saliendo con los amigos, con cantidad de cosas que hacer o ver y en eso estamos. Pero, tranquilos, Jesús nos busca. Solo nos pide una cosa, aunque no tengamos tiempo, no lo sintamos o nos hayamos ido del grupo o de la parroquia. Jesús nos busca y nos pide que nos pongamos a tiro. ¿Y cómo nos ponemos a tiro de Jesús? Vayamos a la comunidad, con los nuestros. Jesús hace el resto, vayamos dónde se deja ver.

Los discípulos andaban desanimados, pero fijaos, estaban reunidos y juntos. Eso les mantiene unidos y les pone a tiro de Jesús. Eso nos pasa muchas veces nosotros en la parroquia. El día menos pensado aparece Jesús y no está Tomás y a veces, ha aparecido, y no estábamos nosotros.

Ahora, Jesús vuelve, siempre vuelve. Y lo único que pide es que estemos allí, en nuestras comunidades y en nuestros grupos. Distintos, variados, cada uno de su padre y de su madre, pero que estemos. Y que aprendamos a relacionarlos con los que son distintos, como pasa esta noche estamos aquí. Gente muy distinta, de procedencias muy distintas, que pensamos distinto, que sentimos distinto a Jesús, pero aquí, juntos. Y eso es la plataforma para que Jesús sí aparezca. Esto quiere decir que los que buscan la fe entre Dios y yo, muchas veces se pierden a Jesús. Esto significa que los que hacen experiencias para mí solo, se pierden a Jesús. Esto significa que los que buscan la fe dónde nos dan cosas o solo experiencias o pasarlo bien, cuando eso no funciona, se van. 

Pero si volvemos, como lo hace Tomás, Jesús siempre da segunda, tercera y cuarta oportunidad. ¿O no te ha pasado a ti? Jesús siempre nos da nuevas oportunidades y se presenta en medio como hace esta tarde, como hace cada vez que nos reunimos y nos da su signo de identidad, su DNI, como lo hace con Tomás y al resto de los discípulos. ¿Y cuál es? Sus manos y su corazón traspasado que recuerda que lo ha dado todo por amor por nosotros. Esas son las ventanas por dónde podemos ver a Jesús: eso que no nos gusta ver, las llagas de nuestro mundo y de nuestros amigos. Son los signos de identidad de Jesús. Si queremos verle, tenemos que ver a través de todo sufrimiento traspasado por amor y lo tenemos más cerca que lo que pensamos y a veces no queremos mirarlo. Y Jesús nos dice de mirarlo porque le vamos a reconocer. Tomás lo hizo. ¿Vosotros creéis que Tomás tocó o no tocó?

Yo creo que no hizo falta, como no nos hace falta a nosotros, porque reconoció que, a través de las llagas y del corazón abierto, ese era Jesús. Y dijo algo que yo te invito a decir aquí: “Señor mío y Dios mío”. Y no hizo falta nada más. Posiblemente no tocó, y entonces Jesús le entrega el poder: “Ahora perdonad”. Es el único poder que tenemos en la Iglesia, que no os engañen, el del perdón. 

Queridos amigos, yo os invito a rezar hoy y a ponernos delante de Jesús y decirle muchas veces: “Señor mío y Dios mío”. Pero mirando las llagas y el corazón traspasado y sabiendo que estamos en comunidad. Y solo os pido una cosa: hay muchos “Tomás” alrededor nuestro, mucha gente de nuestros grupos o de nuestras parroquias, mucha gente que se ha despistado y que está en otro sitio, y está necesitando lo que hicieron los discípulos con Tomás: decirle que habían visto al Señor.

No hace falta más parafernalias: decidle a esta gente que está perdida lo que habéis visto y lo que habéis oído. Porque ahora la tarea nos toca a nosotros: la resurrección crece cuando los amigos de Jesús pasan por la experiencia de Tomás y a continuación van buscando a los “Tomás” que hay por allí. Rezad hoy también por ellos. Hay algún “Tomás” que está esperando que le cuentes a quién has visto tú. Jesús cuenta que esta resurrección crezca a través vuestro. Este es el hoy de la resurrección.

Media

Arzobispado de Madrid

Sede central
Bailén, 8
Tel.: 91 454 64 00
info@archidiocesis.madrid

Catedral

Bailén, 10
Tel.: 91 542 22 00
informacion@catedraldelaalmudena.es
catedraldelaalmudena.es

 

Medios

Medios de Comunicación Social

 La Pasa, 5, bajo dcha.

Tel.: 91 364 40 50

infomadrid@archimadrid.es

 

Informática

Departamento de Internet

C/ Bailén 8
webmaster@archimadrid.org

Servicio Informático
Recursos parroquiales

SEPA
Utilidad para norma SEPA

 

Search