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Martes, 25 noviembre 2014 05:55

“Si hemos de morir, moriremos, pero no podemos abandonar la misión”

Hoy 25 de noviembre se cumplen el 50 aniversario del martirio 4 religiosas españolas de la congregación de las Misioneras Dominicas del Rosario en el Congo. Con este motivo se celebrará una Misa en la Casa General (Capilla del Colegio Stela Maris FESD, c/ Juan Pérez Zúñiga 47 y c/ General Kirkpatrick, 44) a las 6 de la tarde, que será presidida por el director nacional de Obras Misionales Pontificias, Anastasio Gil.

La misión de Stanleyville, la hoy Kisangani, de las Misioneras Dominicas del Rosario se abrió en marzo de 1960 y, tres meses después, la actual República Democrática del Congo declaraba su independencia de Bélgica. Se desataron la violencia y los enfrentamientos. Las religiosas de aquella comunidad misionera eran cuatro españolas: Olimpia Gorostiaga Ochagavía, Justa Álvarez Yaven, Cándida Eslava Sola y Buen Consejo de Prado Zorita.

En la nueva situación las religiosas pasaron múltiples necesidades, falta de recursos para atender a los enfermos y, sin embargo, la solidaridad del pueblo las reconfortó: “La Providencia vela por nosotras; así como hacemos algo por los pobres, así también recibimos la recompensa. Una vez es una mujer que nos trae plátanos, otra una gallina y así… el Señor vela por sus misioneras”, escribían.

El 4 de agosto de 1960 comienza un tiroteo que parece venir de la derecha del río Congo – la misión estaba a la izquierda. Los rebeldes entran en Kisangani. Los disparos llegan hasta la misión. Pero las hermanas a pesar de la inseguridad, continúan su labor, en lo que pueden, ya que el personal sanitario es escaso y los trabajadores del hospital no acuden: “¿Cómo abandonar a los enfermos? ¿Cómo abandonarlo todo y ponerse a salvo?”.

El 7 de agosto llegan los simbas – un grupo rebelde muy violento que asesinó a miles y miles de personas. Se desencadena una masacre. Matan soldados, policías y a quienes no son de su partido. Las misiones son continuamente hostigadas. Desde el 14 de septiembre algunos misioneros son encarcelados, y hasta el 24 de noviembre, se concentra a todos los misioneros en la ciudad. Las religiosas estaban en la casa de las franciscanas y los misioneros en la puesto de policía. Más tarde todos serían reunidos en este lugar.

El 24 de noviembre, los países involucrados en el conflicto junto con la ONU prepararan la intervención. Los prisioneros son obligados a bajar a una bodega, allí se encuentran 3 sacerdotes, 5 hermanos, 12 religiosas, 1 pastor, 1 colono y una familia que estaba en otra habitación. Desde la prisión se oyen los aviones y el combate. Las fuerzas de intervención son rechazadas por lo simbas. El rescate es imposible.

Las hermanas son torturadas y vejadas, pero aún tienen fuerzas para consolar y cuidar a los niños de la familia que estaba prisionera, ya que su madre estaba herida. El día 25 de noviembre, hoy hace 50 años, se les obliga a alinearse junto a la pared, los hombres a un lado y las mujeres al otro. Allí abren fuego y los fusilan. Es su camino: “Nuestro camino es el de Dios, y si hemos de morir, moriremos, pero no podemos abandonar la misión”. Su sangre se queda en su querida tierra del Congo para siempre.

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