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Lunes, 20 abril 2015 06:58

Entrar “en el río de la alegría misionera”

Entrar “en el río de la alegría misionera”

El pasado viernes, se celebró el acto de Clausura del curso del Colegio Mayor Universitario Juan XXIII Roncalli (Av. Ramiro de Maeztu, 3). Durante el mismo, el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, impartió la Lección Magistral.

En su intervención, señaló que en su último libro recoge escritos de estos últimos dos años, publicados al llegar a Madrid con el titulo ‘Pasión por evangelizar’. En él, dijo, “hay unas páginas que dedico a hablar de la enfermedad más grave que acontece al ser humano en estos momentos y que llamo la enfermedad de las tres ‘d’: el desdibujamiento, la desesperanza y la desorientación”. El desdibujamiento, explicó, “es que el ser humano hoy padece una crisis: no sabe quién es, no sabe el dibujo que tiene. El filósofo Julián Marías, un hombre que pensó en el ser humano y que supo decir quién era, nos decía que no había encontrado el dibujo más que en dos textos bíblicos”, llegando a la conclusión de que el hombre es “creatura amorosa de Dios”. La otra ‘d’, prosiguió, es la desesperanza: “desilusión que marca la existencia de tanta gente, con falta de gozo pleno, de alegría, de algo que devuelva el sentido profundo que tiene la vida”. Y la tercera ‘d’ “es la desorientación”. “El ser humano no está en este mundo como peregrino, sino como vagabundo: no sabe a dónde ir, le da igual estar en un sitio que en otro. Esta es una enfermedad grave”, aseguró.

Por eso, invitó a los presentes “a entrar en este río de la alegría”. “No una alegría para uno mismo, insistió, sino misionera, que hace salir de sí mismo e ir a la búsqueda del otro”, porque, a su juicio, “si alguien ha acogido el sentido profundo que tiene la vida, no puede contener el deseo de comunicar la salud que produce, la eliminación de esta enfermedad”.

En este sentido, recordó que “el Papa Francisco subraya que el encuentro con Cristo no es el camino del ensimismamiento de uno mismo, no es un camino de mirar hacia dentro”, advirtiendo que “no os invito a un camino intimista. Quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar el bien del otro”. Y, es que, “la vida se acrecienta dándola, y se debilita en el aislamiento y la comodidad; de hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás”.

Por eso, apuntó, “urge una permanente entrada en este río de la alegría. Y os invito a que entréis en la alegría que produce el encuentro con el Señor, un encuentro con los demás, y a curar las heridas que descubrimos en ellos... El encuentro con el Señor no es para tener cara de funeral… lo describe muy bien el Papa Pablo VI: ojalá que el mundo actual pueda recibir la buena noticia, no a través de evangelizadores tristes o desalentados, sino a través de hombres y mujeres que irradien el fervor de quienes han recibido en sí mismos la alegría, la sanación que produce en la existencia el acoger a Jesucristo”.

Advirtió que “en la vida se puede vivir desde dos lógicas: desde la humana” y desde “otra lógica, que no es la de los hombres” sino que “viene de Dios”. En este sentido, hizo alusión al pasaje evangélico de la multiplicación de los panes y los peces, para asegurar que “quien entra en la lógica de Jesús” lo hace “en una lógica que cambia su corazón y comparte todo lo que tiene, y no le importa perder lo suyo por los demás. Es la lógica que es capaz de realizar la cultura del encuentro, que elimina el descarte, que debe hacer ver la riada de la alegría”.

“Entrar en el rio de la alegría, añadió, es comenzar a ver horizontes nuevos, que hacen descubrir que los demás son hermanos, iguales en dignidad, que hay que buscar la dignidad absoluta y total que tienen los demás, y no solamente lo mío propio… Este es el cambio que necesitamos en esta tierra, la cultura que necesitamos hacer. Un universitario busca siempre la verdad. Y la verdad también nos puede iluminar, en la vida, este encuentro con Jesucristo, para entrar en este rio de la alegría”.

“Os invito a que probéis, a que tengáis el atrevimiento de dejaros encontrar por vuestro Señor”, exhortó. porque “puede sucedernos que tengamos que decir: lo único que sé es que antes estaba en desaliento, no sabía qué dibujo tenía en mi vida, no era peregrino, y sin embargo ahora tengo dibujo, aliento, alegría, metas, recorrido y, además, tengo todo esto para todos los que me encuentro por el camino, sin excepción”.

El prelado madrileño confesó que era consciente de lo que supone “entrar por ríos que no dan alegría y entrar por ríos en los que se encuentra esa alegría”. “Os he acercado un río en donde yo encontré esa alegría, y conmigo la han encontrado muchos. Estoy dispuesto a ayudaros a entrar en este río. Y sé que, si entráis, vais a estar muy a gusto. No es propaganda, es verdad”, concluyó.

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