Catequesis

Viernes, 05 mayo 2017 22:28

Vigilia de oración con jóvenes (5-05-2017)

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Con un gozo grande por estar junto al Señor, pero también por este gozo que, como os decía al principio, tenemos en este mes de mayo en que el Señor nos regala, nos hace ver el regalo inmenso que nos hizo dándonos a su Madre, yo quisiera acercar a vosotros la Palabra que acabamos de proclamar. Y deciros lo que el Señor nos enseña. En primer lugar, nos enseña a acercarnos a los hombres. En segundo lugar, a estar con una originalidad en medio de los hombres. Con la ley. Y, en tercer lugar, a caminar siendo para los hombres reflejo de Jesús, caminando al estilo de Jesús.

mirad. En primer lugar, sabéis que hay diversos modos de acercarnos a los hombres. Nos lo ha dicho el Evangelio: podemos acercarnos como ladrones, como bandidos y salteadores, o como Jesús. Nos lo ha dicho el Señor claramente. Si nos acercamos como ladrones, estamos robando a los hombres. Al Papa Francisco le gusta mucho decir que no robemos la dignidad de las personas, que hay mucho robo, que cuando al ser humano no le contemplamos en la totalidad de lo que es el ser humano, que en definitiva es ser imagen y semejanza de Dios, cuando le tratamos de otra manera y le utilizamos como una cosa más, estamos robando. Y estamos destruyendo la convivencia en esta humanidad. Porque el robo siempre trae, a quien se le roba, protestas, heridas. No podemos estar en el mundo provocando heridas. Y la herida más grande que se puede provocar es robar al ser humano su dignidad. Y se le roba la dignidad cuando no reconocemos todos los derechos que tiene el ser humano, que le han sido dados por Dios, que no se los hemos regalado nosotros. Podemos estar en la vida, como veis, como ladrones.

Pero esta noche estamos aquí porque no queremos ser ladrones. No queremos hacer una humanidad de ladrones,. Ni tampoco queremos ser bandidos. El bandido hace daño. ¿No recordáis la parábola del Buen Samaritano? Le apalearon, le robaron, le dejaron medio muerto… Queridos amigos: cuánta gente hoy, en estos momentos, quizá a estas horas, tienen al lado a gente que les hace daño, que les amenaza con armas, que les quita las casas, que les destruye las viviendas donde están, que les hace salir de sus pueblos, de sus aldeas, de sus ciudades, que les hace emigrar a otros lugares… Nosotros no queremos ser ni ladrones que robamos la dignidad del ser humano, ni bandidos. Queremos ir tras las huellas del Buen Pastor. Él, el Señor, a quien contemplamos: Él es la puerta. Y quien entra por la puerta, ni roba ni hace daño. Entrando por la puerta, que es Jesús, que es Cristo, escuchamos su voz, escuchamos su palabra. Esa palabra tan bella que nos dice: amaos los unos a los otros. Esa palabra tan bella que nos dice: si está alguien tirado, id a cogerle, levantadle, no estéis a gusto vosotros sentados. No, no podéis estar a gusto si hay alguien que está pasándolo mal… Escuchemos su voz. 

Sigamos los pasos de Jesús: son pasos para dar vida a los hombres. No son pasos de muerte. Son pasos para dar vida. Siempre. Amando como Él ama, dando la vida como Él me la pida. Pidamos en estas vísperas por la celebración de la fiesta del Buen Pastor. El domingo  en el Seminario va a haber con intensidad un encuentro. Es un lugar donde se están formando los pastores que van a servir a la Iglesia en Madrid o en cualquier parte del mundo: donde nos lo pidan. Es importante, por una parte, que recéis y, por otra parte, que os preguntéis si el Señor no nos pide a nosotros dar la vida para cuidar a la gente. Y para recordar a la gente que no pueden ser ni ladrón ni salteador ni bandido. Para proclamar la Palabra del Señor, para explicársela a los hombres, para ponerles en la dirección de Jesús; para hacerles ver no solamente con palabras sino con la vida cómo ama Jesús, cómo la vida se da dándola, y dándola entera, no a medias. Y dándola con una confianza absoluta en Dios. ¿Veis? Diversos modos de acercarnos a los hombres.

Yo os invito esta noche a que os dejéis preguntar por Jesús: ¿Cómo te quieres tú acercar a los hombres, nos dice Jesús? ¿Cómo os queréis acercar? Porque depende de cómo nos acerquemos, haremos un mundo muy distinto. La belleza de este mundo cambiará dependiendo de cómo nos acerquemos.

En segundo lugar, el Señor nos dice: mirad, hay un modo original y único de estar con los hombres. Yo os voy a invitar a que estéis como yo he estado. Qué bonito es el Evangelio cuando dice que conoce a las ovejas y las llama por su nombre. En la Biblia, llamar por su nombre significa amar; amar con el amor de Dios. Por eso, en general siempre a nosotros nos ponen un nombre de un santo, o de Jesús, o de María, porque fue gente que nos recuerda que amó, que amaron como Jesús ama. Pero si nuestro nombre es distinto, vamos a ser nosotras esas personas que amamos, que recordamos que nos llama el Señor por nuestro nombre; que esta noche, aquí, en la catedral de Madrid, en la catedral de Nuestra Señora de la Almudena, el Señor  a todos los que estamos aquí nos conoce, nos llama por nuestro nombre, nos viene a sacar de la muerte, nos viene a dar su vida; y lo hace amándonos incondicionalmente; y lo hace dándonos su amor que nos hace libres. Solo el amor de Dios nos hace libres. Solamente el amor de Dios nos hace libres. No lo busquéis en otro sitio, queridos amigos: no lo busquéis, que no lo vais a encontrar. Solo el amor de Dios hace libres a los hombres. Y engendra en nosotros capacidad para dar libertad. Porque Dios nos respeta a todos, no invade, hasta pide permiso, y si no le queremos reconocer nos sigue queriendo, nos sigue amando, y nos sigue buscando.

Hay un modo original y único de estar con los hombres, que es como hace Jesús: nos llama por nuestro nombre. Es decir, nos llama con amor, y nos saca fuera. es decir, nos libera del recinto donde a veces estamos encerrados. Eso significa que coge a las ovejas y las saca afuera, las saca del recinto que a veces nos ahoga, no nos hace felices, no estamos a gusto, es un recinto oscuro, no vemos salidas, no vemos dirección, no vemos caminos. Jesús nos saca de la opresión, del encierro, de la esclavitud, de la dominación. Hay un modo único y original. ¿Por qué no estamos así con los hombres, como está Jesús con nosotros? Amando a los demás siempre. Dándoles el nombre verdadero. Es Dios mismo el otro. Es Dios. Es imagen de Dios. No puedo estropearla. Y la estropeo  cuando no la trato con el amor mismo de Dios.

¿Os imagináis Madrid invadido por hombres y mujeres, por jóvenes, que aman con el amor de Dios? ¿Os imagináis esta ciudad? Pues, mirad: se puede hacer. El sueño de Jesús. Y por eso se ha quedado entre nosotros. Es que se puede hacer. Que no olvidemos que se puede hacer esto. Que no olvidemos que podemos tener su amor, y construir con este arma esta humanidad. Es aquello que el Papa ha recordado cuando ha visitado Egipto, y que yo en la carta de esta semana os recuerdo cuando os escribo y os digo que lo único de lo que no podemos prescindir es del amor, del amor de Dios, de la caridad. Sin este arma el mundo se rompe, se hunde. Y este arma Jesús nos lo ha dado a nosotros.

Y en tercer lugar, caminemos siempre delante de los hombres. Caminemos abriendo horizontes, dando esperanza, dando la vida, siendo voz que anima, siendo voz que reclama la dignidad de los demás, siendo voz para los que no la tienen. Caminemos. Habrá otras voces. No las escuchemos.

María, a quien recordamos de manera especial en esta noche -ya os he dicho que quienes quisiérais trajéseis una flor, vamos a ver cómo sale esta noche, ¿eh?-, María dijo una cosa preciosa en la primera manifestación de Jesús en la vida pública, en las bodas de Caná, una gente que estaba triste, que no podía celebrar la fiesta: haced lo que Él os diga. Y cuando hicieron lo que Él dijo, volvió a existir fiesta. La fiesta de este mundo nos la recuerda nuestra Madre cómo se hace: haciendo lo que Él nos dice.

Caminemos como Jesús, delante de los hombres, dando esperanza, dando horizontes, dando vida, dando entrega, dando y regalando su amor, mostrando el servicio incondicional a todos los que son imágenes de Dios que son todos los hombres.

¿Veis? Acercarnos a los hombres, como Jesús, no como ladrones y bandidos, teniendo el modo original de estar entre los hombres como lo tuvo Jesús, amando, caminando siempre delante, siempre delante, para que otros vean que esa manera de caminar lleva a la vida y no a la muerte. Nos lo enseña Jesús, y nos acompaña su Madre Santísima la Virgen.

Vamos a meditar unos segundos. Y vamos a pedirle al Señor que seamos hombres y mujeres que hacemos vida esta Palabra que vamos a escuchar este próximo domingo en la celebración de la Eucaristía, el día del Buen Pastor. Es una palabra que nos remite a todos a vivir con una originalidad. Pensemos esto delante del Señor.

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