Homilías

Martes, 19 abril 2022 14:59

Homilía del cardenal Osoro en el Domingo de Ramos (10-04-2022)

  • Print
  • Email
  • Media

Queridos obispos auxiliares. Vicario general. Vicarios episcopales. Queridos hermanos sacerdotes del cabildo catedral. Hermanos. Excelentísimo señor alcalde. Miembros de la corporación municipal. Queridos hermanos y hermanas.

Iniciamos hoy, en este Domingo de Ramos, con este grito de alegría que resuena en el Evangelio al entrar Jesús en Jerusalén, abrimos la Semana Santa. Estos días vamos a vivir los grandes misterios que Jesucristo Nuestro Señor nos regala. El grito de entrada en Jerusalén, que es un grito de alegría, es el grito que todos los hombres tienen en su corazón. Necesitamos a Dios. No abandonemos a Dios. El abandono de Dios trae, ya veis, consecuencias tremendas para los hombres. Dios nos recuerda que el otro es su imagen. Dios nos recuerda que el otro es mi hermano. Sea quien sea, y piense lo que piense. Es mi hermano. La fuerza que tiene lo que el Señor nos entrega a los discípulos cambia los caminos de esta historia.

Nosotros estamos viviendo en estos momentos situaciones, no solamente en Europa –como es la guerra de Ucrania, que para nosotros tiene una cercanía especial, y la seguimos de un modo singular por los medios de comunicación–, sino en otras partes de la tierra, hay hombres y mujeres que se matan los unos a otros. Conocer a Jesucristo supone respetar siempre al otro.

Abrimos esta semana en este Domingo de Ramos para vivir los grandes misterios que el Señor nos ha regalado, en los que nos convoca y nos da fuerza y nos alienta a construir la familia humana, no con la fuerza de los hombres, sino con la fuerza de Dios. Es bellísima la expresión del Evangelio de hoy: «Id a la aldea de enfrente. Encontraréis un pollino atado que nadie ha montado nunca». Es Dios quien lo pide. No viene, pues, en grandes caballos, donde venían los grandes señores y reyes. Él, que es Dios, viene en la humildad y en la sencillez; porque el pollino representaba la mansedumbre y la paz, frente al caballo que entonces representaba la fuerza y la guerra. «Bendito el rey que viene en el nombre de Señor».

Queridos hermanos: hagamos presente a Jesucristo en esta tierra. Hagámoslo. Hoy la humanidad necesita de Dios. El abandono de Dios hace que vivamos con otras fuerzas que no nos hacen más humanos. Al contrario: deshumanizan nuestra vida, deshumanizan nuestras relaciones. Nosotros hoy acogemos también a Nuestro Señor, que vino y viene siempre a nuestra vida con su paz, con su entrega, con su amor.

Paz en el cielo. Sí. No es que el cielo necesite paz: el cielo es lugar para nosotros. Cuando hablamos del cielo, hablamos de la presencia de Dios. Es de Dios de donde proviene la paz. Y esta tierra, ensangrentada por la violencia y por las guerras, necesita de esta paz. Y los discípulos del Señor queremos traerla. Porque nos lo ha mandado el Señor. Nos lo ha dicho Él. Somos, o hemos de ser, presencia de Dios entre los hombres. Ha llegado la hora, queridos hermanos, de no volver para atrás. Con Jesús, a subir a Jerusalén. Él sabe que se juega todo, pero quiere entregar hasta la última gota de la sangre para anunciar a los hombres que es en Dios donde está la salvación y donde está la vida.

Por eso nosotros hoy, también, como discípulos de Cristo, decimos: «Bendito el rey que viene en el nombre del Señor». Qué bueno es, Señor, que tú vienes cada día a nuestra vida. Bendito porque traes tu paz a este mundo nuestro desgarrado por la violencia. Bendito. Eres nuestro rey. Ven, Señor, con tu paz. Que desaparezcan las guerras y los enfrentamientos. Que desaparezca la violencia. Tú, Señor, nos has elegido a cada uno de nosotros para que hagamos presente con nuestra vida esa paz. Tú, que eres manso y humilde de corazón, utilízanos de alguna manera a nosotros, a pesar de nuestra condición, para que esta paz y este amor llegue a los hombres. A todos los hombres. Llegue aquí, a Madrid. Y se extienda fuera de Madrid. Que esta paz de Jesús, que nosotros hoy, con cantos y con los ramos aclamamos y necesitamos, tú, Señor, quieres que a través nuestro, de nuestra vida, sintiéndonos cristianos, miembros de la Iglesia, entreguemos esta paz de Jesús.

Queridos hermanos: la gente lo necesita. Antes de ayer, yo hice un vía crucis por toda la ciudad, por parroquias diferentes, e incluso cuando había procesiones aprovechaba para parar la procesión y hablar a la gente. Estamos necesitados. Mirad: el hombre, el ser humano, necesita de Dios. Y, paseando por Madrid, hay necesidad de Dios. No de un Dios cualquiera. Es este Jesús que nos ha hablado; que da la vida por nosotros; que nos ha llamado a todos los que estamos aquí a la pertenencia eclesial: somos miembros de la Iglesia; pero para pasear por este mundo con la manera y el estilo que Él pidió, y que Él hizo las cosas. Sabemos que Él nos ayuda; sabemos que Él nos acompaña; sabemos que Él con su fuerza, con su presencia entre nosotros en el misterio de la Eucaristía, nos alienta a que salgamos y entreguemos esta paz de Nuestro Señor; esta verdad: la verdad del hombre que se descubre precisamente en el rostro de Nuestro Señor Jesucristo, en la vida y en la misión de Nuestro Señor Jesucristo. Acojámosla.

Abrimos estas puertas en esta Semana Santa, hoy, para descubrir esa santidad que Dios nos ofrece y que nosotros queremos acoger en nuestra vida. Ojalá seamos capaces siempre de transmitir esta fe. Esta adhesión a Dios. A los niños. Hoy los niños, como los vemos aquí, tienen un protagonismo especial, o tuvieron el día que entró Jesús, porque son los que mejor entienden lo que más necesita el corazón humano; y, a veces, no con razones, sino desde su propia manera, desde su inicio en la vida. Necesitan de Dios. Entreguemos a Dios. A este Dios que, una vez más, viene junto a nosotros y nos dice: «Os doy mi paz. Id y anunciadla».

Amén.

Arzobispado de Madrid

Sede central
Bailén, 8
Tel.: 91 454 64 00
info@archidiocesis.madrid

Catedral

Bailén, 10
Tel.: 91 542 22 00
informacion@catedraldelaalmudena.es
catedraldelaalmudena.es

 

Medios

Medios de Comunicación Social

 La Pasa, 5, bajo dcha.

Tel.: 91 364 40 50

infomadrid@archimadrid.es

 

Informática

Departamento de Internet

C/ Bailén 8
webmaster@archimadrid.org

Servicio Informático
Recursos parroquiales

SEPA
Utilidad para norma SEPA

 

Search