Homilías

Sábado, 30 marzo 2024 23:45

Homilía del cardenal José Cobo en la Vigilia Pascual (30-03-2024)

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Vivimos, lo queramos o no, llenos de miedo y de oscuridad. Como esta noche hay muchas oscuridades que nos rodean, realidades que salían en cada viacrucis como la violencia que asesina, el agujero negro de los refugiados, el fundamentalismo a gran y a pequeñas escalas en nuestra forma de pensar la vida y la fe, la oscuridad de la corrupción, la oscuridad del acaparar bienes a precio de injusticia, la destrucción de la casa común y tantos hábitos que arruinan la vida del planeta. Y oscuridades que también llevamos todos nosotros dentro, nuestras luchas, las enfermedades, los dolores de tantos problemas. Queridos amigos que hemos compartido el movimiento de esta Semana Santa: el Viernes Santo nos ha retratado, hemos sido Pilatos, Herodes, Anás, Caifás, mirones simplemente o masa, pero no nos hemos quedado ahí.

Aun con nuestros sepulcros y con nuestras losas apuntaladas en nuestras vidas, hoy, en medio de la oscuridad de la noche, unos pocos os atrevéis a salir y a cruzarla. También los más pequeños que estáis aquí y sois muy valientes. La fuerza para salir esta noche la hemos tomado estos días: la liturgia y la escucha de la Palabra nos ha preparado y nos ha animado. Y nosotros hemos salido esta noche como las mujeres, como ellas buscamos la tumba del amigo, como ella esta noche llevamos los tarros de nuestros viejos aromas, de esa religión muerta, la de los dioses precocinados, o con tarros de oraciones hechas y vendas para que todo siga igual.

Pero también, como las mujeres, solo nos lleva a atravesar la noche por amor al amigo, el querer a Jesús. A veces estancados en un eterno Viernes Santo, con procesiones sin compromiso o con misas sin transformación de vida, con atención a los pobres sin cambio de corazón o resignados ante las injusticias porque decimos que “esto es lo que hay”.

Quizás hoy somos como aquellos, pero Dios nos busca, te busca, y siempre nos sorprende. Las mujeres nos dicen que ir a lo hondo de la vida por amor, que ir a las tumbas y a los lugares de las cosas muertas, a los lugares como las tumbas donde aparentemente triunfa el mal y la muerte no es un camino a ninguna parte, porque allí Dios siempre nos sorprende. La clave es no ir solos, sino ir juntos dándonos la mano y construyendo Iglesia, sinodalmente unidos. Venimos hoy aquí, con nuestros duelos y cruces, y es aquí, en medio de la noche, donde recibimos la noticia que se llena y hace todo nuevo y alegre. Este Jesús viejo que buscamos no está aquí. Era necesario venir a cargar con cruces, pero ahora hay que moverse de nuevo.

No está aquí. Entre las cosas muertas no está Cristo. Era necesario llevar nuestras cruces y nuestro pecado al sepulcro, pero allí Cristo ha resucitado y así esta noche toda la vida puede ser iluminada con una tenue luz de un cirio. Nada más. Jesús ha resucitado y no vuelve a morir. La primavera de Dios llegó y ya nunca terminará. No celebramos un cumpleaños, sino que Dios mismo, hoy, transforma cada cruz entregada por amor en vida para todos. Ese es el bautismo que hoy celebráis y renovamos. Es Él quien nos rescata, es el rescatador de tanta mente que se siente enferma, de tanto corazón desquiciado, endurecido por tanto bullying, insulto o desprecio. Hoy resucita al niño, al joven y al anciano en la medida que reconozcamos lo que somos.

Y si no está aquí, ¿dónde está? ¿Dónde está el Resucitado? Ese será la tarea de Pascua, descubrirlo. Solo se me ocurre deciros que primero, si tenemos que buscarlo, mira en ti. En cada uno de nosotros. Tú has resucitado. En Jesús, tú y yo, somos resucitados desde nuestro bautismo. Esta noche es para guardarla en la memoria porque nos dice que has sido injertado en la resurrección por medio de Cristo y eso supone que hoy nacemos de nuevo un poco más. Cada entrega puesta en la cruz, Dios la resucita en Cristo. Cada espera, aunque te llamen tonto, tiene futuro, nadie morirá. Cada paso en el seguimiento de Cristo, Dios lo incorpora en la resurrección. Tú eres también resurrección de Cristo.

El que pierde la vida, la gana. Y esta noche vemos que es verdad. ¿Dónde está el Resucitado? Trae aquí tus recuerdos, esos encuentros fuertes en la vida, vamos a ponerlos juntos porque son la clave de esta resurrección. Y si tenemos que buscar a Jesús, también tendríamos que decir que hay que mirar a la comunidad cristiana, a los discípulos, a la Iglesia. Allí lo veréis claro: es la comunidad la que acoge el anuncio desde el primer momento. Los discípulos se ayudan a hacer la experiencia de la resurrección, como nosotros. Nos necesitamos unos a otros para celebrar la eucaristía. Por eso, esta noche juntos, renovaremos nuestro bautismo por medio del regalo del agua nueva y así diremos que en Cristo venceremos.

Permitid, que, al mirar a la Iglesia, también miremos este gesto de acompañamiento y la presencia de nuestros hermanos del patriarcado ecuménico de Constantinopla: lo vemos como un signo de Pascua que podamos celebrarla juntos y un signo de la acción del Espíritu Santo. En este tiempo de guerras y violencias, donde el sufrimiento de tantos clama al cielo, en esta Pascua proclamamos juntos a todo nuestro mundo que la convivencia en Dios y en paz es posible y que nuestras Iglesias tienen el deber de ofrecer un Cristo un ejemplo de diálogo y un encuentro en un mundo sediento de fuentes de fraternidad. Ojalá, el año que viene, podamos celebrar también en la misma fecha, porque coincide nuestras pascuas, como tanto se alegra el patriarca Bartolomé y el Papa Francisco.
¿Dónde está Cristo? Di, en nuestra Iglesia y en estos gestos de comunión, pero nos queda un sitio más. Ve a los más pobres, a los sepulcros, al hortelano, al caminante, a cada llaga abierta, allí Jesús te espera. Madrid está lleno de campos que esperan la resurrección, muy cerca de nosotros. No es una moda, es una identificación. El mundo está lleno de llagas del Resucitado que piden ser tocadas, leídas y vividas en clave de vida y resurrección.

El Resucitado no va a quedarse indiferente ante las úlceras y las heridas de la humanidad. La Resurrección se abre paso y no termina hasta que resucite el último de nuestros hermanos. Solo queda guardar la experiencia de esta noche y ser sembradores de resurrección en los lugares donde Jesús nos llama: en ti, en la Iglesia, en las llagas empobrecidas. Busca el rastro porque allí está el Resucitado. Felicidades, hermanos, feliz Pascua porque somos semilla de una nueva humanidad. Hoy comienza un nuevo tiempo, hoy empieza algo nuevo y el Resucitado cuentas con nosotros.

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