Cartas

Jueves, 21 abril 2016 12:16

A los familiares de los misioneros diocesanos, con motivo de la Jornada Diocesana de los Misioneros Madrileños (8 de mayo de 2016)

Queridos padres y familiares de los misioneros y misioneras madrileños: Una vez más me quiero comunicar con vosotros para meditar sobre un acontecimiento que cambia todo lo que existe, me refiero a la Resurrección de Cristo. Los Apóstoles vieron a Jesús Resucitado y tuvieron grandes momentos de intimidad con ÉI. Llegó el momento de su Ascensión a los cielos en el que escucharon un mandato que todos los discípulos hemos recibido en ellos: “id por todo el mundo a predicar lo que yo os he enseñado” (Mc 16, 15). Desde aquel momento, la Iglesia es consciente de la inmensa tarea que Jesús ha encomendado. Solo lo podremos hacer con la fuerza del Espíritu Santo, y nos manda esa fuerza, nos regala el Espíritu el día de Pentecostés para empezar la tarea más ingente que se ha podido llevar a cabo: dar a conocer el amor de Dios a todos los pueblos.

Los bautizados continuamos con esta tarea, pero de un modo muy singular, nuestros misioneros son quienes han hecho de su vida una misión: han puesto todos los talentos y todas las capacidades que Dios les ha regalado al servicio de la evangelización y así, tenemos madrileños en los cinco continentes, en los lugares a veces más recónditos, empeñados en mostrar el corazón misericordioso de nuestro Redentor. Son vuestros hijos, hermanos, sobrinos, amigos. Son los hijos de la Iglesia que abren su vida para ir a donde fuere para anunciar a Cristo.

El próximo día de la Ascensión del Señor, el ocho del mes de mayo, la Diócesis de Madrid recuerda a todos ellos y los encomienda al Señor para que toda su entrega y trabajo dé mucho fruto. Ellos viven allí donde han sido enviados, las obras de misericordia, tanto espirituales como corporales, haciendo que el hombre de hoy, que tiene dificultad de encontrar sentido a su existencia, descubra el inmenso océano de amor que Dios tiene por nosotros y por todos los hombres. En este día los recordamos especialmente, siempre están presentes en la vida de la Iglesia diocesana. Con ellos estáis también presentes vosotros, padres, hermanos y familiares de los misioneros. Porque sabemos la renuncia que vivís al tenerlos lejos. Pero también sé que estáis orgullosos de ver el trabajo que realizan con sacrificio y renuncia, pero con la alegría del Evangelio y convencimiento para mejorar la vida de aquellas personas a las que están sirviendo. Dar curación al ser humano, a la historia de los hombres, pasa por hacer presente el amor mismo de Dios manifestado en Jesucristo.

Estoy seguro que os alegra oírles contar cómo hay tantas personas que han descubierto a ese Padre Dios misericordioso a través de sus gestos y palabras. A los madrileños, como a mí, y seguro que a vosotros os emociona ver que la misericordia de Dios llega a muchos lugares donde sin estos misioneros no habría posibilidad de encontrar ese amor. Ellos son, como reza el lema de esta campaña este año, el rostro de la misericordia.

A la oración de este día de la Ascensión del Señor por los misioneros madrileños uno mi oración por todos vosotros. Y le doy las gracias al Señor porque sé que los misioneros enviados desde la diócesis de Madrid, tienen siempre la compañía y el cariño de sus familiares más cercanos.

Rezo por vosotros y os encomiendo a la Virgen de la Almudena. También cuento con vuestra oración por mí y por mi ministerio episcopal en esta Archidiócesis de Madrid. No estáis solos.

Con gran afecto y mi bendición,

+ Carlos, Arzobispo de Madrid

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