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Jueves, 06 noviembre 2014 05:48

El Arzobispo de Madrid asegura que “los enfermos completan en su carne el dolor de Cristo”

El arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, visitó ayer por la mañana el Hospital Nuestra Señora del Rosario, que celebra el 125 aniversario de su fundación, y bendijo las instalaciones del nuevo Instituto de Neurociencias Avanzadas. En el acto estuvo presente la Alcaldesa de la ciudad, Ana Botella, quien aprovechó para dar públicamente la bienvenida al arzobispo de Madrid, y ofrecerle toda la colaboración institucional necesaria entre la capital y la archidiócesis madrileña.

Durante el acto de bendición, Mons. Osoro se encomendó al Padre de misericordia y Dios del consuelo que, por medio de Jesucristo, “nos alienta en el Espíritu, ama y bendice de modo especial a los enfermos, pero también a quienes les atienden e investigan para que la enfermedad pueda curarse”. Los enfermos, señaló, “no sólo completan en su carne el dolor de Cristo, sufriendo por su cuerpo -que es la Iglesia-, sino que, además, representan en cierto modo al mismo Cristo, que afirmó que está presente en los enfermos”. Por eso, dirigiéndose a todos los presentes, dijo que “es justo que imploremos la bendición en este lugar de investigación, de tratamiento de todos los enfermos, precisamente donde el ser humano casi dice todo lo que es en sí. Doy gracias a Dios y a quienes están trabajando aquí por poner su saber al servicio de los enfermos, de quienes necesitan curación y tratamiento”.

Así, haciendo alusión a las palabras del evangelista San Marcos, que dice: “Jesús recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo; su fama se había extendido por toda Siria y le traían todos los enfermos, aquejados de toda clase de enfermedades y dolores”. Mons. Osoro animó a hacer, de esta palabra del Señor, “una realidad viva aquí: es una manera similar, también, de anunciar el Evangelio”, aseguró.

Además, recordó la importancia de salir del centro para ir a las periferias, “pero a todas, porque el ser humano es una unidad. Así lo ha creado Dios. Y aquí es verdad que se va a un lugar del ser humano importante”.

Alentó a los facultativos y demás personal allí presente a ver en los enfermos al mismo Cristo: “que no nos pase como decía el Evangelio: ¿cuándo lo hicisteis?, Porque, a lo mejor, el Señor nos dice: cuando se lo hiciste a éste, cuando le curaste, cuando le atendiste, cuando le diste una palabra de aliento, cuando descubriste de verdad lo que tenía, fue posible su curación y el ingreso a la vida normal… se lo hiciste a Él. Esto sucede aquí. Que el Señor os bendiga y os ayude a todos los que aquí, poniendo vuestro quehacer y vuestro saber al servicio de los enfermos”.

También quiso agradecer a las Hermanas de la Caridad Santa Ana, responsables del centro médico, “este esfuerzo y esta riqueza: los carismas que nuestro Señor regala a la Iglesia siempre son una riqueza, no solamente para los que creemos, sino para todos los hombres. Las puertas de este hospital están abiertas, y aquí pueden venir todos. Las Hermanas de la Caridad Santa Ana, siguiendo con fuerza aquello que sus fundadores recibieron del Señor, están presentes aquí desde hace muchos años. Pero es verdad que la vida humana va transformándose, la historia de los hombres hace posible que vayamos teniendo más logros y, también, los carismas van descubriendo que hay un núcleo que lo sostiene”.

Tuvo palabras de reconocimiento para los colaboradores que, junto a las religiosas, “hacen posible que ese amor de Dios a todos los hombres sin excepción se realice, y en eso estáis todos los que trabajáis aquí, en este hospital, y los que estáis trabajando en este equipo, en esta unidad que acabamos de inaugurar y que tanta importancia tiene”.

En relación al trabajo que se realiza en la Unidad inaugurada, confesó que le gusta escuchar “que quien viene aquí es tratado en su integridad. El hombre no es sólo cerebro, manos, pies… es corazón, es todo, y en esta totalidad se intenta trabajar con las personas que vienen aquí. Y lo más bello es que quienes trabajan aquí desean vivir en esa totalidad”. Por ello, dio gracias a las Hermanas “por esta obra que tienen aquí, que engrandece lo que es la Iglesia, que embellece la Iglesia. Quienes nos sentimos miembros de la Iglesia no podemos partir nada más que del centro, que es Jesucristo, para ir a todos los caminos donde esté un ser humano: allí tenemos que estar, y tenemos que ir con el mejor equipaje que un ser humano puede tener, que es la vida de nuestro Señor”. Tras agradecer a las Hermanas el “salir siempre con este equipaje”, alabó también la labor de los laicos, “colaboradores que trabajáis aquí, y que queréis hacer lo mismo”. Y dio las gracias a Ana Botella, “por estar presente en este acto, y valorar el equipaje con el que se trabaja en esta institución católica”.

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