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Jueves, 22 enero 2015 05:39

“Estar en la onda con Jesús”

Coincidiendo con la Jornada de la Infancia Misionera, el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, dirige su carta semanal “a los niños para hacerles entender el significado y la importancia que tiene esta Jornada que se celebra este domingo, 25 de enero. Su lema tiene una profundidad especial para vuestras vidas: ‘Yo soy uno de ellos’. Hace ya casi 172 años, el Obispo francés Monseñor Forbin-Janson se conmovió cuando unos amigos misioneros suyos le pedían ayuda para salvar a los niños de China. Ante esta demanda, él tomó la decisión de confiar a todos los niños y niñas de sus Diócesis que fuesen ellos quienes diesen la respuesta. Por eso surgió entre los niños una corriente solidaria y de encuentro, que les hacía sentir en su propio corazón que ellos podían ser uno de esos niños de aquel país. Y, queriendo imitar a Jesús, se pusieron a trabajar y buscar lo poco o mucho que encontraban para aquellos niños y niñas. Así fue como se complicaron la vida para cooperar en la ayuda que el Obispo les pedía: ser rostro de Jesús para aquellos niños”.

Mons. Osoro pide a “los niños y niñas de Madrid que conocéis a Jesús y, también a quienes aún no lo conocéis, que estéis ‘en la onda de Jesús’ y así, juntos, ser ese rostro de Jesús con obras y palabras y manos extendidas. Hay muchos niños y niñas de este mundo que no tienen lo necesario para realizar y vivir un desarrollo total de sus vidas. Otros que no conocen a Jesús y que quizá a través de vuestras obras puedan llegar a ver lo importante que es tener su amistad. Otros nunca tuvieron la gracia de escuchar esas palabras alentadoras y llenas de amor”. Por eso, les pregunta si saben “lo que significa en la vida de cualquier persona saber que hay alguien que nos quiere con un amor incondicional”.

Niños y niñas misioneros
“Os aseguro que es importante conocer a Jesús, afirma. ¡Qué fuerza y ánimo da a cualquier ser humano, y muy especialmente a los niños, saber que Dios se ocupa de ellos y que quiere estar a su lado! ¡Qué hondura tiene la vida cuando nos sabemos defendidos por Dios mismo, que quiere regalarnos su sabiduría diciéndonos el valor que tiene la vida humana desde el momento en que nos hacemos presentes en el mundo en el vientre de nuestras madres! ¡Qué belleza y plenitud tiene la vida humana cuando se la envuelve en la vida misma de Dios con el don de la gracia del Bautismo y el Espíritu Santo! Belleza suprema del ser humano que transforma en profundidad el corazón por la fuerza del amor que nos regala Jesucristo. Vosotros, niños y niñas, podéis ser también misioneros, podéis ayudar a cambiar este mundo y a que otros niños descubran esa belleza que da en plenitud Jesús, y que nos hace mirarnos como hermanos”.

“Sed solidarios con los niños más pobres del mundo. Cuando veáis o tengáis noticia de la realidad dura de tantos niños y niñas que viven en diversos países del mundo, ayudadlos. Hay niños y niñas enfermos, sin escuelas, sin familia o que teniendo familia carecen de lo necesario para comer y para darles la educación, o que les falta el amor. Otros ni siquiera son noticia para nadie. Se quedaron sin padres por las guerras de su país, sintiendo el peso del sufrimiento y del dolor. Pensad en aquellos que no tienen reconocida su dignidad, y a quienes se les trata como si fuesen cosas que se utilizan y después se tiran”.

“Mirad a Dios hecho Niño en Belén: allí podéis contemplar la belleza de la infancia y también la predilección que Jesucristo manifestó hacia los más pequeños, haciéndose él también niño”, dice. Además, pensando en el lema de la Jornada, les invita a ponerse en su lugar. “A esos niños y niñas que viven esas situaciones humanas y existenciales, como las que muchas veces veis en imágenes por televisión, tenemos que hacerles llegar el reino de Dios, el amor de Dios”.

“Jesús, prosigue, quiere que todos los niños y niñas de la tierra tengan el reconocimiento que Jesús hizo de ellos… Él quiere a los niños y niñas a su lado. Él os considera como un modelo a imitar para entrar en el reino de Dios. Las palabras que Jesús tiene para con los niños constituyen una llamada apremiante para alimentar hacia ellos un profundo respeto y prestarles atención. Dios se ha hecho niño. Se ha hecho dependiente y débil, necesitado de nuestro amor. Ahora el Dios que se ha hecho niño nos dice: No tengáis miedo, os amo, podéis amar con mi amor, el que os he regalado, y podéis hacer llegar mi amor a todos los que son como vosotros. Decid con fuerza: ‘yo soy uno de ellos’ y quiero acercarme a ellos con un corazón nuevo, el que me ha dado Jesús, pues sólo si los hombres cambian su corazón cambia el mundo y las relaciones entre nosotros. Pero, para cambiar el mundo, necesitamos la luz que es Jesús”, concluye.

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