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Lunes, 13 abril 2015 06:42

“El Señor se ha valido para llamarnos a todos a la pertenencia eclesial”

Este sábado, 11 de abril, la Delegación Diocesana de Apostolado Seglar celebró su XV Jornada, con el lema “Laicos en medio del mundo, alegres en misión”. El encuentro, que se desarrolló en el Colegio Valdeluz, fue inaugurado por el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, con una Eucaristía. En su homilía, afirmó que “es una gracia poder estar reunidos aquí, en esta Jornada que habéis preparado. Y, además, con este título: ‘Laicos en medio del mundo, alegres en misión’. La palabra que el Señor nos acaba de regalar nos ayuda a vivir con más intensidad y profundidad este eslogan”.

Por eso, dijo, “me gustaría acercar a vuestro corazón algo que ya tenéis, pero que es bueno que el Señor nos recuerde: en primer lugar, seamos agradecidos al Señor. Aquí no estamos por casualidad. El Señor se ha valido para llamarnos a todos a la pertenencia eclesial. Se ha fijado en nosotros, nos ha dado un abrazo, nos ha invitado a descubrir su bondad. Por eso, damos gracias a Dios porque es bueno. Y se las damos porque, también, es eterna su misericordia. Tiene un amor capaz de extraer de cualquier situación un bien. Es amor misericordioso. Además, nos da fuerza, porque es poderoso, porque nos hace vivir y descubrir las hazañas que va haciendo en nuestra vida personal y en la historia de todos los hombres. El Señor siempre nos escucha”. Por eso, invitó los presentes a comenzar la jornada “con agradecimiento al Señor… Agradecidos porque el Señor nos ha hecho sus compañeros. Qué maravilla esta expresión que, quizá, hemos meditado pocas veces… cuando a Pedro y a Juan les descubre y sorprenden diciendo de ellos que han sido compañeros de Jesús. Ojalá a nosotros nos descubran también en la vida, y a vosotros como laicos cristianos, porque hemos sido, somos, seguimos siendo, lo queremos ser siempre, compañeros de Jesús”.

En segundo lugar, añadió, dar gracias a Dios “porque nos ha escogido en medio del mundo. Nos ha llamado en medio de todos los hombres… No buscó a los grandes de este mundo para ser sus compañeros. Lo cual no quiere decir que el Evangelio afirme que no tengamos que cultivar la sabiduría” sino que “la elección que Jesús hace es entre la gente del mundo, sin buscar títulos especiales”. Él, recordó, se aparece a María Magdalena, a los discípulos de Emaús, y “a los que había escogido desde el principio como compañeros, a los once que quedaban… y les echa en cara su incredulidad y la dureza de corazón… Los once, incrédulos y duros de corazón. No les afecta nada. Esta es una palabra que tenemos que meter nosotros en nuestra vida”, porque “el corazón se nos hace duro, nos hacemos insensibles a las situaciones que están viviendo los hombres. A veces por eso no somos creíbles”. A pesar de eso, exhortó a dar gracias al Señor “porque nos ha llamado a todos … El Señor no ha venido a escoger santos de altar, sino hombres y mujeres que tenemos nuestras deficiencias, pecados, miserias, nuestro corazón no agradecido”.

Por último, animó a reflexionar “para qué nos ha llamado el Señor”. Ha sido “para estar en medio de los hombres, anunciando la alegría del Evangelio. Agradecidos, escogidos, para estar en el mundo, anunciando la alegría del Evangelio, sin miedos”. “Es, aseguró, lo que estamos llamados, cada día más, a descubrir en esta sociedad y cultura que estamos viviendo: hay que decir sí o no… Si el ser humano es imagen y semejanza de Dios, no hay condiciones”. Por eso, en alusión al lema de la Jornada, afirmó que hay que ser laicos “con la alegría del Evangelio, con la alegría de unos hombres que habiéndonos encontrado con Cristo, haciéndonos compañeros del Señor, seguimos sus huellas y estamos en medio del mundo: en la familia, en la cultura, en la economía, en la política... siendo compañeros de Jesús”. Y es que “es el Señor el que nos ha llamado y el que nos manda salir en medio de este mundo”.

Manifestó su deseo de “que esta Jornada sea un momento de gracia y verificación sincera de nuestro agradecimiento al Señor por haber sido escogidos en medio del mundo… Jesús nos manda estar en medio de los hombres, anunciando esta alegría que es la que necesita este mundo: la alegría del Evangelio no es la alegría del triunfo de la vida, sino que la fuente está en el encuentro con el Señor”. Concluyó invitando a los presentes a encontrarse “con Jesucristo” abriendo las puertas a todos.

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