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Miércoles, 24 julio 2024 13:04

Cecilia Rey, de la Delegación episcopal de Misiones: «Contemplar la vocación misionera es genial»

Imagen del grupo que vivió la experiencia misionera en Albania el año pasado Imagen del grupo que vivió la experiencia misionera en Albania el año pasado

Del 1 al 27 de agosto, un grupo de 12 jóvenes, acompañados por el director del Consejo diocesano de Misiones, Manuel Cuervo, y su esposa, Cecilia Rey, se desplazarán a Tirana (Albania), para participar en una experiencia con las Misioneras de la Caridad. Unos días para dejar de lado la comodidad y asomarse a la realidad misionera de la Iglesia, compartiendo su vida con los misioneros.

Como explica Manuel Cuervo, «hemos hecho unos ejercicios espirituales, para que todas aquellas personas que van a realizar experiencias misioneras este verano las preparen rezando. Además, a comienzos de este mes de julio, los que nos vamos a Albania hemos tenido unas jornadas para prepararnos más intensamente. En ellas hemos visto cosas prácticas, desde qué hay que llevar en la maleta o a qué hora sale el avión; pero también hemos hablado de qué podemos hacer y qué no, o de cómo vivir la espiritualidad y aprovechar el tiempo en la misión. Todo ello, con un objetivo: acercarnos al Señor».

«Algunos de los miembros del grupo -comenta- han vivido ya diferentes experiencias misioneras. Por ejemplo, mi mujer, Cecilia, ha estado en Albania, en Cuba, en Perú dos años, en Etiopía, en Sierra Leona, en Marruecos… Es decir, cuenta con una larga experiencia de misión desde joven. Además, alguno de los jóvenes repite experiencia en Albania. Otros incluso han vivido la misión en otros países, como Etiopía o Paraguay. Y, para algunos, es su primera vez. Lo cierto es que vamos un grupo muy majo, y la pena es que no se podía ampliar con más gente».

Cecilia Rey Mujeres Casa Misioneras Albania

Contemplar la vocación de los misioneros

Por su parte, Cecilia Rey recuerda que «estas experiencias son el resultado de un empeño de poner nuestro trabajo y nuestro esfuerzo en llevar a jóvenes a que tengan una vivencia de misión. Es muy bueno que jóvenes que están estudiando en la universidad, y disponen de un verano más largo en cuanto a vacaciones, puedan dedicar unos días para contemplar la vida de los misioneros…».

«Contemplar la vocación misionera -asegura- es genial. La vocación misionera de dejar nuestra tierra y partir a donde todavía no ha llegado el mensaje del Evangelio. Algo que se puede vivir si estás en tierra de misión. Quién sabe si los jóvenes que dan su tiempo en verano para experimentar estas vivencias acaban sintiéndose llamados a esa vocación, a dejar nuestra tierra y a partir a la misión».

«Además -apunta- la vocación a la misión es un servicio. Y emplear el tiempo de vacación sirviendo es muy bueno: ayuda a forjar jóvenes más cristianos. Aunque sientas que allí no haces nada. Pero contemplas la vocación de los misioneros, cómo la viven. Solo el hecho de poder estar al lado de un enfermo, de orar con las hermanas… a veces son cosas muy sencillas, pero entregas ese tiempo», insiste.

Isabel Rey Mujer Calle Tirana

Saciar la sed de Cristo

Una de las jóvenes que partirán el jueves 1 de agosto hacia Albania es Isabel Rey. A sus 19 años, confiesa que «este es el segundo año que voy a Albania. Estos días de preparación nos han servido para convivir e ir formando el grupo. No hay que olvidar que vamos a estar juntos durante casi un mes. Y que vamos a trabajar en equipo. Vamos a atender a enfermos en sus casas, y a hacer lo que nos pidan las Misioneras. Y sabemos que nos tenemos que adaptar a lo que ellos viven».

Reconoce que «mi estancia anterior en Albania me ha ayudado mucho. Creo que realmente vamos a saciar la sed de Cristo. Así al menos lo vivo yo. Me gusta mucho la espiritualidad de la Madre Teresa. Y creo que la sed de Cristo es algo de lo que la Madre Teresa hablaba mucho. Además, considero que ir a Albania es lo mínimo que puedo hacer. También podemos quedarnos aquí, pero qué menos que ir una vez al año, y estar con esa gente con la que nadie puede estar».

Ignacio Menéndez, Nacho, también repite experiencia misionera en Albania. «Es difícil no repetir -afirma-, ya que de la experiencia del año pasado han salido tres vocaciones: una religiosa, que ingresó en Iesu Communio, y dos jóvenes, Pablo y Gloria, que se van a casar en octubre y luego partirán a Tanzania de misión, durante tres años. Con ejemplos así -incide- es difícil no repetir: fue un plan de verano muy, muy bueno, y saber que Jesús te ha llamado a estar una vez más con las Misioneras de la Caridad en Albania, y compartir con ellas esas cuatro semanas me parece increíble».

En este sentido, Isabel manifiesta que «estoy viviendo la vocación de mi hermana Gloria con mucha alegría. De hecho, en la Misa de envío, en la catedral, me emocioné muchísimo. Que se case el día del Pilar y luego se vayan de misiones, es impresionante. Es indudable que el Señor está actuando aquí: estoy segura de que ha sido Dios quien ha puesto esa llamada en ellos. Y yo me emocioné al ver que era el Señor el que estaba actuando ahí. Glori conoció a Pablo con 18 años, y desde ese momento ha ido creciendo en ellos, durante el noviazgo, y en la vocación a la misión. Ella, desde muy joven, sentía esa llamada. Y me parece muy bonito. Por eso deseo que mucha gente lo pueda vivir».

Nacho Pintura Cocina Misioneras Albania

La sonrisa de los niños

María Rey, de 24 años, también irá por segunda vez a Albania. Cuenta en su haber experiencias misioneras en Paraguay y Etiopía. «Cada vez que regreso de una experiencia misionera traigo la maleta llena de ropa sucia», sonríe. «Pero mi corazón viene cargado con muchos sentimientos. Por ejemplo, de Etiopía y Paraguay me traje la sonrisa de los niños. En Debre Marcos (Etiopía), los pequeños no tenían nada de nada, y recuerdo que me tenía que levantar a las 6 de la mañana, cosa que me costaba, y me decía a mí misma: ‘por qué me estoy levantando a estas horas’. Pero cuando salía, veía a los niños que estaban esperando en la puerta, con su sonrisa. Así que me quedo con eso», remarca.

En cuanto a Albania, señala, «es cierto que yo pasé más tiempo con las señoras que con los hombres, pero me impactó el hecho de que, a pesar de la experiencia que han vivido, con todas las cosas malas que les han pasado, no perdían la sonrisa ni la esperanza».

Nacho reconoce que «ayudamos a las Misioneras a llevar un campamento urbano, aunque ellas son capaces de llevar el grupo entero, y nosotros solo somos más manos; tienen la habilidad de ser capaces de hacerlo todo: en el campamento, en la casa … parece que son un ejército». «Recuerdo -añade Manuel Cuervo- que, en mi primer año con las Misioneras, en Etiopía, yo veía a la superiora de la casa, sister Ignacia, y le decía: si la acabo de ver en el hangar y ya está en la cocina, o en la capilla, o… Están en todos los lados, y tienen una capacidad de trabajo, de oración y de sacrificio impresionante», concluye.

Maria Rey Etiopia 23

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