Celebramos hoy el Sábado Santo. Enmarcado en el Triduo Pascual. David Benítez, coordinador de Liturgia de la Vicaría VII, nos explica a qué nos invita la Iglesia en esta jornada. «Una homilía de un autor muy antiguo, que podemos rezar en la Liturgia de las Horas de este día, lo define como: ‘Homilía del Grande y Santo Sábado’. Es muy curioso, porque, en la mayor parte de nuestras parroquias, el Sábado Santo da la sensación de que es un día como vacío, o más bien de descanso. Porque hemos celebrado el Jueves Santo y el Viernes Santo metidos en el Triduo Pascual, con grandes emociones, y estamos preparándonos a lo que está por venir, que es la Vigilia Pascual que se celebrará en la Noche Santa, pero ya pensando en el domingo de la Pascua. Sin embargo, este día aparece como 'vacío'. Y nada más lejos de la realidad», asegura.
«Hay un texto del papa Francisco - prosigue - que nos recuerda que el Sábado Santo es el día del gran silencio. "Hay un gran silencio sobre toda la tierra. Un silencio vivido en el llanto y en el desconcierto de los primeros discípulos, conmocionados por la muerte ignominiosa de Jesús". Esto, que dice el Papa, refleja perfectamente lo que en este día se celebra».
Además, el coordinador de Liturgia de la Vicaría VII llama la atención en un detalle. «Este es un día en el que la iglesia no celebra la Eucaristía: ayuna. Pero no es un día de descanso: es un día de oración. La iglesia permanece junto al sepulcro del Señor. Sí. Esperando su Resurrección, pero contemplando la cruz, contemplando el descenso a los infiernos... Y en silencio. Junto a la imagen de María». Por eso, insiste, «hoy es un día precioso para que contemplemos a Cristo en el sepulcro. Muchas de nuestras cofradías, por toda España, desde luego en Madrid, procesionan hoy con el Señor en el sepulcro. El Santo Entierro, que llamamos muchas veces en la tradición popular. Y veremos la imagen de María dolorosa porque, el Sábado Santo, es un día especialmente mariano».
Madre Dolorosa
David Benítez incide: «No se nos puede olvidar que el Sábado Santo tiene ese sentido: la iglesia contempla la imagen de la Madre Dolorosa, pero en una soledad esperanzada. ¡Cuántas imágenes tenemos en nuestras parroquias de María en su soledad! De la Virgen Dolorosa compartiendo los dolores de la humanidad. No solo los de haber perdido a su Hijo».
Por eso, recuerda, «estamos llamados, en nuestra espiritualidad de este día, de este sábado, a contemplar esta imagen de María. Nosotros somos los que hemos sido dados como hijos en la cruz. La iglesia se mira en María de una manera especial. Ella nos está representando. Y ella es la que conserva la fe en Jesucristo frente al abandono de los discípulos. La soledad de María nos habla de muchas soledades», asegura.
«El Sábado Santo -resume- es un día para hacer silencio y para hacer oración. En nuestras parroquias no nos tenemos que centrar simplemente en preparar la Noche Santa, sino en contemplar. Hacer silencio. La iglesia en este día no celebra ningún sacramento. Se puede celebrar la Penitencia, la Unción de enfermos, y dar la comunión, pero exclusivamente en el caso de atender a una persona que vaya a morir. Pero no se permite el matrimonio, ni el bautizo... Con una razón, no simplemente litúrgica, sino que estamos con el Señor descansando de toda la obra redentora que ha hecho».
Contemplación y silencio
Como imagen ilustrativa de este día, comenta que «quizá tengamos en la cabeza, o podemos tener en nuestras casas, el típico icono en el que el Señor baja al abismo. Baja a los infiernos, se dice en la tradición. Y podemos ver al Señor como resucitando, 'sacando' de alguna manera del sepulcro a Adán y a Eva. Los despierta. Eso lo rezamos muchas veces en el Credo: desde el principio de la creación, los justos son sacados del abismo. Pues celebremos este día desde esa espiritualidad», exhorta.
«No es un día de descanso de lo que hemos vivido, ni es un día exclusivamente de preparación. Es un día de silencio. Es un día de contemplar. Es un día de la Virgen. Es un día para esperar. La soledad esperanzada. No simplemente una soledad triste, sino en la esperanza de la Resurrección. También es un día para que podamos contemplar el sufrimiento de la humanidad. La Madre, María, sufre por la muerte del Hijo, como decía antes, en la esperanza de la Resurrección. Nosotros contemplamos también, como iglesia, el sufrimiento de tantos hombres y mujeres a lo largo de nuestro mundo, de nuestro país, de nuestra diócesis, en nuestras parroquias... que sufren. Vamos no solamente a rezar por ellos. Vamos a esperar que ese sufrimiento sea sanado por la esperanza de la Resurrección que, en esta Noche Santa, juntos celebramos con esperanza», concluye.
