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Domingo, 07 julio 2024 07:44

Flor Alayo, voluntaria de San Ramón Nonato en el campamento de Noja: «Para muchos de nuestros menores, esta es una oportunidad única»

Flor Alayo, voluntaria de San Ramón Nonato en el campamento de Noja: «Para muchos de nuestros menores, esta es una oportunidad única»

La localidad cántabra de Noja acogerá, a partir del lunes 8 de julio, el campamento para niños, niñas, adolescentes y jóvenes organizado por la vallecana parroquia de San Ramón Nonato. Los menores disfrutarán de unos días de descanso en un ambiente natural, combinando actividades deportivas con formación y diversión. Todo ello, en tres grupos: del 8 al 16 de julio, del 16 al 23 y del 23 al 31.

Flor Alayo es una voluntaria de la parroquia que ha acompañado, como encargada, a los pequeños que han participado en el campamento urbano realizado entre el 24 de junio y el 5 de julio. Y ahora se desplazará al norte, para seguir estando con los menores en estos días vacacionales. «En el campamento urbano de verano -explica-, hemos tenido cada semana a 65 niños y niñas: del 24 al 28 de junio, y del 1 al 5 de julio. En Noja vamos a estar tres semanas. Nos distribuimos en función de las edades de los niños, adolescentes y jóvenes que participan. La primera semana, que comienza el lunes 8, está pensada para adolescentes de 10 a 14 años; la segunda, a partir del día 16, para niños y niñas de 5 a 10 años; y la tercera, desde el día 23, para jóvenes. Queremos que puedan vivir unos días de vacaciones, y divertirse. Vamos un monitor por cada siete niños. Tratamos de que sea así para cuidar mejor a los 45 menores que tenemos apuntados en cada una de las tandas».

«Aunque el plazo de inscripción ya ha finalizado -comenta-, a veces, dependiendo de la situación de algunos niños, si vemos que es necesario que vayan al campamento, pues les invitamos, aunque sea la víspera. Y también los llevamos con nosotros».

Detalle Marcha Menores Noja23

Vacaciones fuera de Madrid

Reconoce que «no todos los niños y niñas pertenecen a la parroquia de San Ramón. Hay algunos menores que vienen de otras parroquias. Por ejemplo, San Francisco de Asís nos ha mandado muchos niños. El párroco, Roberto Guerrero nos lo pide desde hace varios años, ya que él no puede hacer un campamento propio. En el territorio de su parroquia hay muchos menores que lo necesitan y que, en muchos casos, no se lo pueden permitir. De hecho, varios meses antes comienza a hacer una campaña de recogida de fondos para sufragar los gastos de los 100 niños y niñas que envía en verano a estas actividades».

«Para muchos de ellos -asegura-, esta es la única ocasión que tienen de disfrutar de unos días de vacaciones fuera de Madrid. Y lo viven con mucha ilusión. Están muy emocionados. Las madres nos cuentan que están pendientes del día de partida, y lo van marcando en el calendario. Muchos, incluso, es la primera vez que salen de Madrid, porque la mayoría no tiene ni vacaciones ni nada. Como decía una mamá: yo tengo que salir a trabajar, mis hijos se quedan en casa y no tengo con quién dejarles, así que se quedan solos. Por eso, para muchos de estos pequeños es la única manera de salir, ya que no tienen posibilidad de disfrutar unos días de vacaciones con la familia. Se quedan solos en las habitaciones que alquilan sus madres, con la compañía de la tele o del móvil», insiste.

«Para aprovechar bien el tiempo, y que los pequeños disfruten -indica- hemos organizado grupos de trabajo. Tenemos como una norma, que es: seguridad, diversión y formación. Ese es el orden de prioridad en nuestros campamentos. Y, en función de eso, desarrollamos juegos, el rezo del rosario, catequesis, bailes, talleres de lectura, excursiones, liturgia… También les enseñamos a limpiar, a fregar… De hecho, todos los días hay media hora dedicada a actividades de limpieza. Además, ellos hacen sus veladas, inventan juegos… También se organizan olimpiadas. Sin olvidar la formación, la catequesis, el rezo del rosario… porque también tratamos que ellos vivan la fe».

Imagen Adoracion Menores SRN23

Campamento cristiano

«Es un campamento cristiano – remarca-. Un campamento de la Iglesia. Y tratamos de que los menores crezcan en virtudes como la fe, la caridad, la responsabilidad, la obediencia, la alegría, la amistad… Se relacionan con otros compañeros, con otros amigos, hacen nuevas amistades… También tenemos tiempos dedicados a la oración, porque es lo más importante, sin olvidar la diversión, para que vean que en la Iglesia no somos aburridos, sino que disfrutamos de ratos de ocio y de una diversión sana. En el fondo, intentamos que ellos crezcan en estas virtudes. También en la obediencia: saber que están guiados y que deben obedecer y respetar a sus monitores, como si fueran sus papás, porque son los que se encargan de cuidarles, guiarles, corregirles…».

Para Flor Alayo, una de las características de estos campamentos es la alegría. «Se vive en todo momento. Por ejemplo, a través de los juegos intentamos que se diviertan y se fortalezcan las relaciones de amistad. Que conozcan a otros niños. Es cierto que muchos ya se conocen de catequesis, y quieren ir con sus amiguitos, pero les decimos que tienen que abrirse a todos. También insistimos mucho en la caridad: que colaboren, que se ayuden entre ellos… En el fondo, son unas virtudes sencillas, que pueden ir arraigando en su vida diaria».

Desde su experiencia personal, confirma que «estas iniciativas ayudan a los menores en su crecimiento personal. Los propios padres nos comentan, cuando regresan los niños del campamento, la alegría que sienten porque su hijo ahora les ayuda, o se preocupan por lavar los cubiertos… Se ofrecen a ayudar. Eso es lo más bonito». Por eso, añade, «vivir esa experiencia es única. También ver su crecimiento en la fe. Ellos van a misa, comprenden la importancia de la Eucaristía. Es cierto que muchos solo asisten a misa en verano, porque durante el año sus padres no los acompañan. Pero la mayoría de los padres están muy contentos, y siempre que pueden los envían a nuestros campamentos», repite.

Playa Ninos SRN Noja23

Familias desestructuradas

«Es muy importante -afirma- lo que estos niños puedan experimentar en este tiempo vacacional que les ofrecemos. Es bonito conocer a más gente, a más niños, y compartir la fe. Yo estoy muy contenta con ellos. Llevo ocho años colaborando en el campamento, y hay niños que venían con nosotros y que ahora son monitores. Para mí, eso es lo más bonito: que ellos hayan sido niños y ahora sean monitores. En el campamento, cuentan su experiencia, y les dicen a los menores: yo, cuando hacía esto, qué trasto que era. Es muy bonito ver eso. Y yo les digo, en broma: ahora comprendes a los monitores, ¿no? Eso es muy importante: vivir en la fe y, a la vez, siendo niños, convertirse luego en monitores, para ayudar a otros niños».

«Hay menores que vienen a estos campamentos -apunta- que tienen muchas necesidades. La mayoría proceden de familias desestructuras. A veces solo está la mamá en casa, o el papá les abandona… Son unas historias terribles. El campamento les ayuda a salir de ese lugar que, para ellos, es pura frustración. Y es que muchos proceden de familias desestructuradas, monoparentales, o con problemas», subraya.

Considera que «todos los niños tendrían que tener una oportunidad como esta. Es muy importante. La mayoría proceden de una situación muy precaria, por lo que no tienen vacaciones para salir fuera de Madrid. En muchos casos, los padres trabajan, o solo tienen una mamá que tiene que salir a trabajar para poder traer el sustento. Algunos pequeños nos cuentan su situación, lo que pasan en casa, y es muy triste saber que se quedan solos, sin el cuidado de nadie que les atienda, les ponga normas o reglas… Solo están pendientes del móvil o de la televisión. Algunos nos llegan a decir: parece como si no tuviéramos padres, o no tuviéramos mamá. Porque casi ni los ven: se van muy temprano y regresan muy tarde. Es como si los niños estuvieran solos o abandonados. Por eso, para mí es muy importante que tengan esta oportunidad de vivir una experiencia que para ellos es única».

Juegos Parque SRN Noja23

Integración en la parroquia

La voluntaria de San Ramón Nonato recalca que los menores «viven, esperan con ansia, que llegue el verano, porque saben que, a través de alguna ayuda, o de Cáritas, podrán venir a los campamentos de la parroquia, no solo para vivir la fe, sino también para divertirse con otros niños. Nos contaba una mamá que mandaba a su hijo a otros campamentos, pero que cuando le envió al de la parroquia, vio una diferencia muy grande, por lo que cada año le inscribe de nuevo; también le trae a catequesis a la parroquia. Es decir, vemos la importancia que tienen tantas actividades para los niños: vivir una experiencia dentro de la Iglesia y poder tener una continuidad con ellos. Porque no todo termina con el campamento. Luego vienen por la parroquia, a catequesis, al fútbol, incluso alguno son monaguillos o de las Hijas de María. Viven su integración en la parroquia. Además, intentamos que los padres reciban también esa educación con los hijos, una educación abierta, ya que algunos son sobreprotectores, y convierten a los niños en temerosos, miedosos, caprichosos, egoístas… Eso también lo vemos en los campamentos, pero les vamos ayudando a compartir, a hacer, a tener caridad con otros».

«En el campamento, todos los menores son iguales para nosotros. Todos son iguales», reitera. «Todos realizan las mismas tareas. Y viven la importancia de la auténtica vida cristiana por medio de la oración. Por eso, queremos que los niños lo vivan luego con sus padres: vamos a bendecir los alimentos, vamos a misa… De hecho, muchos pequeños vienen luego a la misa de 12 los domingos, a la parroquia: está siempre llena, porque acuden todos los padres de la catequesis; también tenemos actividades para ellos. Y es que queremos que la fe crezca en la familia. Es muy bonito. Para mí es muy importante que los niños tengan esa oportunidad de ir a un campamento y, si es de la Iglesia, mejor, porque lo viven desde la fe, unida a la diversión», concluye.

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