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Martes, 20 febrero 2024 14:30

José Manuel Rodríguez, responsable de la asociación Gothia: «En Cuaresma está muy marcado el acento penitencial en el rito hispano-mozárabe»

José Manuel Rodríguez, responsable de la asociación Gothia: «En Cuaresma está muy marcado el acento penitencial en el rito hispano-mozárabe»

Este martes, 20 de febrero, a las 19:00 horas, la basílica de la Concepción de Nuestra Señora (Goya, 26) acogerá la primera Misa de esta Cuaresma que celebra en nuestra diócesis por la asociación Gothia en rito hispano-mozárabe.

Como explica José Manuel Rodríguez, párroco de Villanueva del Pardillo y responsable de la asociación, «el rito hispano-mozárabe en Cuaresma tiene algunas peculiaridades». Recuerda que se trata de un «tiempo de preparación a la celebración de las fiestas pascuales» en el que está «muy marcado el acento penitencial, porque lo que pretende es que lleguemos purificados, renovados en nuestra vida cristiana, y de esa manera podamos celebrar solemnemente, con mayor intensidad, el tiempo de la Pascua. El tiempo de la pasión, de la muerte y de la resurrección de la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte». En Cuaresma, abunda, «las ayudas penitenciales que se nos dan, - el ayuno, la limosna y la oración -, nos asisten en este tiempo de purificación».

Entre las peculiaridades que presenta el rito hispano-mozárabe para estos 40 días, y que «lo diferencian del romano», destaca su comienzo, no con la imposición de la ceniza, sino «en el primer domingo de Cuaresma, llamado ‘in carnes tollendas’; es decir, el domingo en el que se quita la carne, porque toda la Cuaresma va a ser un tiempo de ayuno y de abstinencia de carne. La Cuaresma es un tiempo en el que nos abstenemos de la carne. Hacemos un ayuno más intenso, que nos va a enseñar y a ayudar, como dicen las oraciones de las celebraciones de la Eucaristía, a aprender también a ayunar de lo verdaderamente importante, que es ayunar del pecado, de todo aquello que en nuestra vida nos aparta de Dios».

El rito propio de ese primer domingo, «que en la parroquia de la Concepción lo hicimos el martes anterior al inicio de la Cuaresma, es el rito de la despedida del Aleluya, porque durante este tiempo nos vamos a privar de cantar el Aleluya. La palabra aleluya, que significa alabar a Dios, está siempre en nuestros labios; la alabanza a Dios es el canto propio del cristiano». La despedida del Aleluya, señala, «se realiza de manera solemne, cantándolo repetidamente, porque ya no lo vamos a entonar hasta la Pascua». Así, prosigue, «la Cuaresma nos invita a no cantar, a no alabar a Dios con nuestros labios, sino a aprender también a alabar a Dios con nuestra vida. A veces lo que cantamos con los labios, y lo que decimos con la vida, no van acorde. Decimos una cosa con los labios, pero nuestras obras no alaban a Dios, sino todo lo contrario. Pues la Cuaresma quiere ayudarnos a que ese canto, que después vamos a entonar con gozo en el tiempo de la Pascua, vaya acorde a nuestras propias obras, a nuestra propia vida».

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Escucha de la Palabra

«El silencio es importante -reconoce-, porque nos pone a la escucha: hacer silencio para escuchar a Dios que nos habla por medio de su Palabra. Por eso, uno de los signos que encontramos en la celebración de la Misa hispano-mozárabe en este tiempo es que no hay canto de entrada. Comienza con la procesión, que se hace en silencio».

Un silencio que dispone a los fieles a «la escucha de la Palabra de Dios». Y es que otra de las novedades propias de esta liturgia en este tiempo cuaresmal en que «la escucha de la Palabra de Dios es más abundante». Si ya lo es durante todo el año, con tres lecturas en cada Eucaristía, «una del Antiguo Testamento llamada profecía, un salmo, una lectura apostólica del Nuevo Testamento y, por último, el Evangelio», durante la Cuaresma «ese alimentarnos de toda palabra que sale de la boca de Dios se intensifica. La lectura de la profecía se sustituye por otras dos lecturas: una sapiencial, tomada de los libros sapienciales del Antiguo Testamento, sobre todo del libro de los Proverbios y del libro del Eclesiástico, que nos enseñan por medio de los consejos que encontramos en la Sagrada Escritura cómo vivir nuestra vida cristiana en este tiempo de la Cuaresma; y una lectura histórica, tomada de los libros Históricos».

Esta última, apunta, «hasta el IV domingo de Cuaresma va recorriendo la historia de la salvación, para mostrarnos cómo toda esa historia de amor, de reconciliación, que Dios ha ido haciendo a lo largo del Antiguo Testamento, va a culminar en su Hijo Jesucristo en la celebración de la Pascua. Y, a partir de ese IV domingo, tratará de introducirnos en el misterio de la pasión del Señor para aprender, como dice el apóstol san Pablo, a tener los mismos sentimientos de Cristo. Fijar nuestra mirada especialmente en la pasión para así poder entrar con Él en el misterio de su entrega, en el misterio de su muerte, que va a ser un misterio de salvación que nos va a conducir a la resurrección».

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Marcado acento penitencial

Otra de las características que presenta la liturgia hispano-mozárabe en este tiempo cuaresmal es su marcado acento penitencial. «Esto se muestra en algunos gestos que aparecen en la celebración. Por ejemplo, antes de introducirse los dípticos, que son las peticiones que hacen los diáconos, se invita a los fieles a un gesto penitencial: ponerse de rodillas y aclamar a Jesucristo con la expresión Kyrie eleison: Señor, ten piedad. Reconocer nuestro propio pecado, reconocer la necesidad de la gracia para poder vivir acordes a lo que somos: hijos de Dios, cristianos… Es un elemento muy importante y muy subrayado, no solamente en estos gestos, sino también en las oraciones de la Misa durante todo este tiempo de Cuaresma».

«La penitencia -añade- quiere arrancar, quitar de nosotros el pecado; es decir, aquello que nos aparta de Dios, para purificarnos interiormente y poder así vivir intensamente la Pascua de Cristo».

El elemento penitencial, continúa, «también se muestra a veces durante el tiempo de la Cuaresma en que el salmo que acompaña la lectura de la Palabra de Dios se sustituye por los llamados ‘threni’, que son cantos de lamentación tomados de varios pasajes de la Sagrada Escritura, sobre todo del libro de las Lamentaciones, del libro de Job y también del libro de Isaías, en los que se implora esa necesidad de penitencia, de purificación y ese volver nuestra mirada a Dios para que perdone nuestros pecados».

Por último, «si el tiempo de Cuaresma en ambos ritos -romano e hispano-mozárabe- nos recuerda el símbolo bíblico del 40», indica, «la tradición hispana también ha introducido un significado a este tiempo cuaresmal. Ya san Isidoro habla de él como el diezmo del año que es debido a Dios, que tenemos que dar a Dios». Algo que sirve «para que aprendamos también a ofrecer nuestra vida, lo debido, a Dios. Como decía san Isidoro», concluye.

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