El último jubileo del Año Santo de la Esperanza celebrado en Roma ha sido un acontecimiento único: el Jubileo de los Presos, que ha reunido a más de 6.000 peregrinos de todo el mundo. Entre ellos, seis internos de la cárcel de Soto del Real junto a su capellán, Paulino Alonso. Para él, el jubileo era importante para que las personas privadas de libertad no pasaran desapercibidas. «Después de cada caída, siempre hay una nueva oportunidad para levantarse; nadie está perdido para siempre».
Víctor, uno de los internos de Soto que viajó a Roma, expuso para COPE que la experiencia había sido «espectacular» y que esta peregrinación le había permitido tener a Dios «más presente» en su día a día. «Nunca me he sentido tan libre como hoy», afirmaba.
De las palabras del Papa León XIV en la Eucaristía jubilar del domingo, el interno se quedó con ese mensaje de esperanza: «Con fe y esperanza se puede salir de cualquier obstáculo». «Es lo último que se pierde, la esperanza de poder volver a tener una vida en libertad como la tuvimos hace unos años, y que nos perdone nuestros pecados y así ser libre como somos ahora mismo».
El Pontífice les había recordado que «ante los desafíos más grandes, no estamos solos; el Señor está cerca, camina con nosotros y con Él a nuestro lado siempre sucederá algo maravilloso y jubiloso» (en la imagen inferior, Paulino como concelebrante de la Eucaristía).
«Cristo tiene mejor opinión de mí de la que yo la tengo»
La peregrinación de los internos madrileños incluyó, el sábado 13 por la tarde, un emocionante encuentro en la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat, de la que el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, es titular.
Allí pudieron celebrar el sacramento de la Reconciliación de cara a ganar el jubileo y coincidieron con el resto de los peregrinos españoles: más de un centener entre presos, voluntarios de Pastoral Penitenciaria y funcionarios de prisiones provenientes de nueve cárceles españolas de las diócesis de Badajoz, Albacete, Teruel, Asidonia-Jerez, Barcelona, Sevilla Valencia o Córdoba, entre otras. La delegación estuvo encabezada por el responsable de la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal, Florencio Roselló, obispo de Pamplona y Tudela.
Después, realizaron la peregrinación todos juntos hacia la puerta santa de la basílica de San Pedro, recorriendo la Via della Conciliazione tras la cruz peregrina.
Un grupo de voluntarios de Comunicación y Liberación acompañaron también a la delegación madrileña, como integrantes de la Pastoral Penitenciaria. Para ellos fue muy emocionante ver lo conmovidos que estaban los internos: «Nos han compartido cosas grandes que son de otro mundo en este mundo», como «romper a llorar al atravesar la puerta santa de San Pedro portando la cruz por experimentar que “Cristo tiene mejor opinión de mí de lo que yo la tengo”».
