Es el cuarto año consecutivo que María del Carmen Linares y José Antonio Tamargo asisten al Encuentro Nacional del Diaconado Permanente, organizado por la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios de la Conferencia Episcopal del 5 al 8 de noviembre de 2025. «Nos lo propusieron el último año antes de ordenarse mi marido», explica Mari Carmen, y han repetido desde entonces porque «es muy enriquecedor poder compartir estos días de convivencia y formación». Este 2025, celebrado en Santander, han participado activamente con uno de los testimonios, El diaconado permanente y la vida familiar.
José Antonio es uno de los 50 diáconos permanentes de la diócesis de Madrid. Le preguntamos a Mari Carmen, al hilo del título del encuentro, El Diaconado: signo permanente de servicio en una Iglesia sinodal, cómo sirve la esposa de un diácono permanente. «Lo acompaña», resuelve. «La vocación es suya, no de la esposa», pero la comparten porque a ella «le salpica». «Siempre usamos la imagen de san José: fue la Virgen que la que dijo sí, y él la acompañó, cuidó, sustentó». Así, «nuestro marido ha dicho sí y nosotras acompañamos».
Esto no quiere decir que tenga que estar «pegada» a él y que vaya a todo lo que «ejerce como ministro ordenado»; es más un «acompañamiento en la vida». Porque esto, pone como símil, no es que se haya puesto a jugar al pádel, que si quiere un día sí y si no, no, sino que es primero «una llamada que recibe de Dios». A veces, reconoce, la tentación de la esposa es un «tú te las apañas porque lo has decidido tú», y la realidad es bien distinta (en la imagen inferior, las esposas participantes en el encuentro nacional).

Amistad entre las esposas
José Antonio y Mari Carmen llevan 31 años y casados y tienen tres hijos de 30, 25 y 22 años. La primera vez que él percibió el interés del Señor fue en 2012. Eran una familia super comprometida con la parroquia, su hermandad, el AMPA del colegio de sus niños... «Teníamos la sensación de que, como Dios nos estaba bendiciendo constantemente, se lo teníamos que devolver fundamentalmente con nuestros tiempos».
Por eso, cuando José Antonio le dijo a Mari Carmen el comentario de su párroco, «tú podrías ser un buen diácono permanente», a ella le salió un «Señor, ¿no ves todo lo que tenemos?» dirigido a Dios, porque los niños eran pequeños y la vida de normal ya venía cargada. «Un servicio hiperactivo». Y a su marido le espetó un «Jesús [por el párroco] está loco y tú también».
Así que la vocación se quedó «latente», pero dos años después regresó. «Mi marido me dijo: “Creo que tengo que informarme de qué es esto”». Entonces «no fui capaz de decirle que no». En septiembre de 2014 empezaron el curso propedéutico, que lo hace el matrimonio conjuntamente, y comenzaron «a andar este camino de forma más decidida; no era una ola que te llega y te arrolla, sino un “yo quiero entrar a nadar”». (imagen inferior, diáconos, presbíteros y obispos en el reciente encuentro).

Los años de los estudios (Ciencias Religiosas) no fueron fáciles, y cada día Mari Carmen le preguntaba a Dios si de verdad quería que su marido fuera diácono. La respuesta siempre era sí. Reconoce que en todo este camino no hay grandes durezas, pero sí «una responsabilidad que me sobrecoge». Porque «la gente constantemente se está fijando en ti» y, como muchas veces el diaconado permanente es tan desconocido… «Mira este — oyó una vez en un entierro—, será sinvergüenza, casado y con hijos y ahora se mete a cura».
Frente a ello están los montones de «gracias y bendiciones» que reciben, y el mucho cariño de la gente. También habla de la relación que hay con las mujeres de los otros diáconos permanentes. «Intentamos aprovechar todos los momentos de encuentros», formaciones, Eucaristías, reuniones, para charlar. Cuando alguno nuevo se incorpora a la formación «estamos disponibles para su esposa».
Como la diócesis de Madrid es grande y hay muchos diáconos permanentes (además de unos 20 aspirantes), han formado pequeños grupos de un diácono y tres aspirantes con sus esposas que se reúnen cada dos meses en las casas para cenar y hablar de dudas, inquietudes. «Entre nosotras hay bastante amistad, es una relación bonita y enriquecedora».
Mari Carmen ha publicado este año un libro titulado Mi voluntad es la vuestra, que fue presentado en un acto por el obispo auxiliar de Madrid Vicente Martín.

