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Miércoles, 26 junio 2024 08:16

María Lorca, joven de la parroquia de Santa María Madre de Dios de Tres Cantos: «Nuestro campo de trabajo en El Atazar es una mezcla de diversión, trabajo y reflexión»

María Lorca, joven de la parroquia de Santa María Madre de Dios de Tres Cantos: «Nuestro campo de trabajo en El Atazar es una mezcla de diversión, trabajo y reflexión»

La parroquia Santa María Madre de Dios de Tres Cantos ha inaugurado este martes, 25 de junio, una nueva edición de su campo de trabajo en el centro diocesano de El Atazar. Hasta el 5 de julio, los participantes contribuirán con su esfuerzo a la mejora de las instalaciones y a la rehabilitación de viviendas abandonadas que puedan servir de acogida para quien lo necesite.

María Lorca es una joven de la parroquia que, a sus 17 años, vive de nuevo esta experiencia: «He participado estos dos últimos veranos en este campamento que Santa María Madre de Dios realiza en El Atazar. Y creo que la mejor manera de explicar qué es este campamento es describiendo un día en él», afirma. «El campamento - prosigue - consiste en una mezcla de diversión, trabajo y reflexión. Los días comienzan compartiendo todos juntos una oración, en la que ponemos en perspectiva lo que queremos que sea la jornada que tenemos por delante. Estas oraciones las escribimos nosotros mismos, los acampados, lo que hace que sean incluso más especiales, ya que nos enseñan las diferentes formas en las que podemos conocer a Dios y cómo hablar con Él».

«Tras este ratito de silencio - continúa - comienza nuestro día. Durante la mañana ayudamos con el mantenimiento de las casas que tiene la diócesis en El Atazar, ya sea pintando o arreglando bancos. Durante esas horas, ahí en El Atazar, se escuchan risas, música, o gente poniéndose al día. Y es que, como he dicho antes, este campamento es una mezcla entre diversión y reflexión». «Por eso -comenta-, después de comer, y de la siesta, participamos en una serie de talleres de temas variados de nuestro interés, o escuchamos testimonios. Para cerrar la tarde tenemos nuestra hora de catequesis, en la que tratamos un tema durante todo el campamento. Por ejemplo, el año pasado fueron Las Bienaventuranzas».

Sermon Montana

«Para terminar nuestro día - indica - hay un rato de oración en el que ponemos nuestras ideas en orden, y tenemos la oportunidad de compartirlo con Dios y darle gracias. Por último, antes de acostarnos, disfrutamos de juegos de velada, organizados por nosotros y los monitores, y cada uno es más original que el anterior. Además, tenemos un momento de silencio para darnos cuenta de verdad de la experiencia que estamos viviendo».

Confiesa que «aunque la mayor parte del tiempo estamos en El Atazar haciendo voluntariado, al final del campamento tenemos dos días de itinerante. Un tiempo en el que se nos enseña de verdad a conectar con la gente a nuestro alrededor sin ningún tipo de distracción».

Imagen Paseos Atazar

Sanador

Para María Lorca, «la palabra que se me viene a la cabeza a la hora de describir El Atazar es ‘sanador’. Es un sitio en el que se escucha un silencio especial, alejado de nuestras preocupaciones y del ruido del día a día. Un sitio que te permite ordenar todos esos pensamientos que guardamos con la idea de sacarlos cuando tengamos tiempo. Un sitio que invita a pensar y a darte cuenta de lo simple que es la vida. Un sitio en el que ves a Dios reflejado en el esfuerzo de todos los monitores y organizadores para que nosotros, un grupo de jóvenes, tengamos la oportunidad de vivir esta experiencia sin pedir nada a cambio».

«Para mí - añade -, El Atazar ha sido un lugar en el que he podido estar rodeada de gente que han acabado siendo pilares fundamentales de mi vida; ha significado la oportunidad de compartir mis sentimientos y pensamientos con los que estaban ahí, y haber podido recibir su apoyo. Ha sido un sitio en el que he podido reafirmar mi fe una y otra vez con esos momentos de silencio, con esas dinámicas guiadas por nuestros catequistas, y con esa muestra de amor infinita hacia nosotros en todo momento. Y creo que estaría mintiendo si no dedicara unas palabras a esas personas que hacen todos estos momentos posibles, pero sobre todo a mis compañeros y a mis catequistas, Elena, Enrique, Natalia y David: estas cuatro personas se han esforzado, junto al resto de catequistas, durante dos años, para que tuviésemos la oportunidad de vivir esta experiencia, y enseñarnos cómo podemos encontrar a Dios de muchas formas, ya sea en silencio, cantando o ayudando, sin esperar nada a cambio. Pero sobre todo han estado ahí para escucharnos, darnos apoyo siempre que lo necesitábamos, y hacernos crecer en nuestra fe».

«Así que - concluye - este campamento de Santa María Madre de Dios en El Atazar es la mezcla perfecta entre trabajo, diversión y reflexión. Y es este perfecto equilibrio lo que hace que El Atazar se convierta en un lugar que sana».

Embalse Atazar

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