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Jueves, 21 abril 2016 11:42

Misioneros madrileños, ‘Rostros de misericordia’

Misioneros madrileños, ‘Rostros de misericordia’

Con motivo de la Jornada Diocesana de los Misioneros madrileños, que se celebrará el domingo 8 de mayo con el lema Rostros de Misericordia, el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, ha dirigido una carta a sus diocesanos.

En ella les dice: «¡Qué bien se está con Jesús! Los Apóstoles vivieron junto al Señor los cincuenta días tras su resurrección. Y seguro que ellos se expresarían así muchas veces: ¡qué bien se está con Jesús!, como Pedro en el Tabor cuando vio al Señor transfigurado. De hecho, cuando Jesús se les apareció en aquella estancia estando las puertas cerradas, experimentaron su paz, la alegría, abrieron puertas y recibieron el mandato de anunciar a Cristo a todos los pueblos».

Para monseñor Osoro, «se está bien con Jesús y se descubre siempre en su rostro una mirada de afecto y de compasión llena de ternura. Esa es la mirada del Señor a sus apóstoles, consciente de su debilidad. Esa es también la mirada de Jesús a su madre, María santísima, con la que pasaba largos ratos. Esa es la mirada de Jesús a los pobres, a los sedientos de amor y de paz en su corazón... ¡esa es la mirada de Jesús a cada uno de nosotros también!».

En este Año de la Misericordia, «vemos la mirada de Jesús llena de ternura que quiere llegar a todos los hombres, especialmente a aquellos que todavía no han tenido experiencia de ese amor, de esa misericordia, de esa compasión. Y ahí entran en juego los misioneros, encargados por la Iglesia que les envía, a hacer presente la mirada misericordiosa de Dios Padre a esas personas».

«El día de la Ascensión, Jesús les encarga a los Apóstoles, se lo encarga a la Iglesia, que vayan por todo el mundo a llevar la buena noticia a los hombres. Los misioneros han recogido ese mandato y, con el respaldo y el amor de toda la Iglesia, han partido a los lugares en los que ellos muestran hoy la misericordia del Padre». En esta jornada, «la Iglesia que peregrina en Madrid recuerda con afecto a los 630 misioneros madrileños repartidos por todo el mundo. Pueden parecer muchos, y sin embargo no lo son. Siempre son necesarios los testigos de Cristo en tierras de misión, y una vez más se cumplen las palabras de Jesús: la mies es mucha y los obreros son pocos (Lc 10,2). Por eso no es accidental que el día en el que oiremos que Cristo envía a los Apóstoles a predicar el Evangelio, nosotros, en nuestra Catedral de la Virgen de la Almudena, celebremos la Eucaristía en la que enviamos como misioneros de la misericordia a los que partirán en los próximos meses. Ellos han oído la necesidad que Dios tiene de operarios y ¡la Iglesia les envía a llevar el amor de Dios a los hombres!».

«Este año el lema elegido en esta celebración de los misioneros madrileños, hace referencia, como no puede ser de otro modo, al Año de la Misericordia: Rostros de la misericordia. Ellos, nuestros misioneros, son el rostro de Cristo en tierra de misión. Y allí donde están viven las obras de misericordia, tanto las corporales como la espirituales, mostrándose ellos mismos como rostros de la misericordia divina».

«Los que vivimos en Madrid, rezamos por ellos. Damos gracias a Dios por su vida, su entrega y su trabajo. Pero no podemos dejar de pedir al dueño de la mies que envíe operarios a su mies, porque el mundo en el que vivimos, que es más grande que lo que nos rodea, está necesitado de Dios, está necesitado de su misericordia y amor, y, si no hay misioneros, ¿cómo lo van a conocer? (cfr. Rom 10, 14)», se pregunta.

Concluye poniendo la jornada «en manos de la Virgen, Nuestra Señora, bajo la advocación de la Almudena. Y le pedimos con confianza que no deje de mostrar esos ojos misericordiosos a aquellos que dejándolo todo han decidido convertirse en el mundo en el rostro de la Misericordia de su Hijo».

Misioneros, rostro de misericordia

Además, monseñor Osoro ha dirigido una carta a los misioneros madrileños, en la que les dice que, en el marco del Año de la Misericordia, «la invitación del Santo Padre Francisco a mostrar a los hombres de hoy la inmensa misericordiosa de nuestro Padre Dios os toca a vosotros de modo particular. Nadie puede decir que no necesita de esa misericordia, pero vosotros estáis tocando muchas veces la pobreza más extrema, por el hambre, la falta de los bienes más imprescindibles para vivir con dignidad humana, las situaciones de conflicto o de desastres naturales... En todo caso, estáis siempre en lugares donde no es fácil el conocimiento de Cristo y de su amor, y hay mucha sed de Dios. Por eso estáis en lugares donde la invitación a predicar y mostrar el camino de la misericordia divina es especialmente importante».

En alusión a la celebración del día del misionero madrileño, explica que «si Cristo nuestro Señor es el rostro de la Misericordia del Padre, la misericordia de los creyentes ha de ser rostro de la Iglesia. La misericordia debe ser donde el hombre de hoy encuentre que esta esperándole el Señor. Y vosotros, los misioneros, sois ese rostro que los hombres esperan ver en la Iglesia: el de la misericordia».

«Vuestro trabajo con los que no tienen nada, con los que sufren, con los que no tienen los medios básicos para vivir con dignidad, y en cualquier caso, con los que no tienen facilidad para conocer y amar al Señor es un continuo ejercicio de las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales. Por eso sois realmente el rostro de la misericordia de Dios. Y nosotros lo sabemos y agradecemos a Dios que os haya elegido para que llevéis la buena noticia de la compasión de Dios a todos los hombres. Paseáis por el mundo viviendo esas 4 estaciones de las que el Papa Francisco nos habla y que el Evangelio nos dice: 1) no juzgar, 2) no condenar, 3) perdonar y 4) dar».

«Sois muchos los misioneros que habéis salido de la diócesis de Madrid y no queremos olvidaros. Entre sacerdotes diocesanos, religiosas y religiosos y laicos sois más de 600. Pero el número no nos debe engañar. Siendo muchos, son más los que están sedientos de Dios, y por eso os animo a que os unáis a mi oración para que el dueño de la mies envíe obreros a su abundante mies. Pedimos a Dios que muchos jóvenes escuchen la voz de Dios y descubran la misión ad gentes como una verdadera vocación por la que vale la pena entregarse a Dios y a su Iglesia. Esa es también mi oración en este día».

Concluye con su bendición y encomendando a los misioneros a la Virgen de la Almudena.

Hacer de su vida una misión

En su carta a los familiares de los misioneros madrileños, el prelado asegura que «de un modo muy singular, nuestros misioneros son quienes han hecho de su vida una misión: han puesto todos los talentos y todas las capacidades que Dios les ha regalado al servicio de la evangelización y así, tenemos madrileños en los cinco continentes, en los lugares a veces más recónditos, empeñados en mostrar el corazón misericordioso de nuestro Redentor. Son vuestros hijos, hermanos, sobrinos, amigos. Son los hijos de la Iglesia que abren su vida para ir a donde fuere para anunciar a Cristo».

«Ellos viven allí donde han sido enviados, las obras de misericordia, tanto espirituales como corporales, haciendo que el hombre de hoy, que tiene dificultad de encontrar sentido a su existencia, descubra el inmenso océano de amor que Dios tiene por nosotros y por todos los hombres», afirma.

En alusión al día del misionero madrileño, explica que «en este día los recordamos especialmente, siempre están presentes en la vida de la Iglesia diocesana. Con ellos estáis también presentes vosotros, padres, hermanos y familiares de los misioneros. Porque sabemos la renuncia que vivís al tenerlos lejos. Pero también sé que estáis orgullosos de ver el trabajo que realizan con sacrificio y renuncia, pero con la alegría del Evangelio y convencimiento para mejorar la vida de aquellas personas a las que están sirviendo. Dar curación al ser humano, a la historia de los hombres, pasa por hacer presente el amor mismo de Dios manifestado en Jesucristo».

«Estoy seguro que os alegra oírles contar cómo hay tantas personas que han descubierto a ese Padre Dios misericordioso a través de sus gestos y palabras. A los madrileños, como a mí, y seguro que a vosotros os emociona ver que la misericordia de Dios llega a muchos lugares donde sin estos misioneros no habría posibilidad de encontrar ese amor. Ellos son, como reza el lema de esta campaña este año, el rostro de la misericordia».

Concluye dando las gracias porque «sé que los misioneros enviados desde la diócesis de Madrid, tienen siempre la compañía y el cariño de sus familiares más cercanos».

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