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Viernes, 10 abril 2015 06:59

Monseñor Carlos Osoro abre la 44ª Semana Nacional de Vida Consagrada

Monseñor Carlos Osoro abre la 44ª Semana Nacional de Vida Consagrada

Ante un auditorio lleno de religiosas y religiosos, ha comenzado la 44ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada. Y en un año muy especial: el año de la Vida Consagrada anunciada por el papa Francisco. En esta ocasión, esta Semana Nacional ha sido coordinada por el Instituto de Vida Religiosa y CONFER. Como buenos cristianos, se comenzó la jornada con una breve oración con un aire mariano. Tras este momento tomó la palabra el director del ITVR, Carlos Martínez Oliveras cmf, dando la bienvenida a todos los asistentes y presentando a los que presidían el salón de actos: al Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid, al Excmo. Dr. D. Ángel Galindo, Rector Magnífico de la UPSA, a Dña. María Rosario Ríos, Vicepresidenta de CONFER y al Rvdmo. P. Josep María Abella cmf, presidente del ITVR y Superior General de los Misioneros Claretianos. Para dar comienzo a estas jornadas se proyectó un vídeo en el que se presentaba el ITVR. Una vez finalizada la proyección, el P. Martínez Oliveras leyó un mensaje del papa Francisco en el que invitaba y felicitaba a todos los participantes por tener la oportunidad de reflexionar sobre la Vida Consagrada. El auditorio respondió con un aplauso sonoro.

En primer lugar, comenzó hablando don Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, con unas palabras muy afectuosas y agradecidas hacia la Vida Consagrada. Insistió en que la clave fundamental de nuestros días es la reforma de la Iglesia, y que la Vida Consagrada está llamada a ser instrumento de la misma. El arzobispo recordó brevemente la necesidad de un cambio, desde las categorías de la misericordia y la ternura. Expuso que se hace necesario un cambio de ojos y de corazón. Y pone de relieve que hay que poner la mirada en Jesucristo. Agradeció el servicio que está realizando el ITVR en la diócesis de Madrid y defendió que colabora al cambio de corazón y de ojos.

En segundo lugar, tomó la palabra María Rosario Ríos, vicepresidenta de la CONFER. Ante todo, manifestó a los participantes que en el día de hoy iba a dar el saludo el P. Luis Ángel de las Heras, presidente de CONFER, pero debido motivos familiares se ha tenido que ausentar. Comenzó diciendo que CONFER ha colaborado con la realización de esta Semana Nacional. Destacó la profunda conciencia eclesial de los congresos sobre Vida Consagrada que se han celebrado a lo largo de estos meses. Por otro lado, habló de los proyectos futuros. Resaltó que el año de la Vida Consagrada no es un año sólo para la misma, sino que es un año para todo el Pueblo de Dios. Recordó la necesidad de una Vida Consagrada en estado de misión y que a su vez hay que evitar la nostalgia de “mejores tiempos”.

En tercer lugar, tomó la palabra el P. Ángel Galindo, rector de la Universidad Pontificia de Salamanca. Recordando el lema del año de la Vida Consagrada, expresó como rector de dicha universidad la satisfacción de poder contar con el ITVR. Después dirigió unas palabras de cariño hacia la Vida Consagrada, compartiendo que de ella ha aprendido mucho. Finalmente deseó una feliz jornada.

Y en cuarto lugar, el P. Josep María Abella, superior general de los Misioneros claretianos. Puso de relieve una pregunta ¿desde dónde contemplamos nuestra historia? Recordó una palabra que dice continuamente el papa Francisco: periferia. Bajo el lema de la Vida Consagrada, hizo un recorrido con los tres puntos claves. Dijo que la perspectiva que hay que tener presente es el Evangelio, y vivir no tanto desde las estructuras y sí desde la mirada puesta en Jesús. Por otro lado insistió en la necesidad de ir a las periferias, de la que tanto habla el Papa Francisco. Es el clamor por el que Dios llama a la Vida Consagrada. Y de cara a la Esperanza, admitió que se pierde cuando se ponen de relieve criterios que no son evangélicos. Invitó a poner una profunda confianza en Dios. Finalmente deseó el P. Abella que se haga realidad el pensamiento del papa Francisco.

Una vez finalizados los saludos iniciales, el P. Carlos Martínez Oliveras hizo un recorrido histórico sobre la gestación del año de la Vida Consagrada. Y con esta historia explicó que esta Semana Nacional arranca del deseo de profundizar en el año de la Vida Consagrada. Junto a esto aclaró que no son unas jornadas sólo para la Vida Consagrada, sino que se pretende que sea un acontecimiento para toda la Iglesia. Por otro lado, recordó los pasos que se han ido dando para la realización de esta Semana Nacional y junto a ello explicó el programa, los contenido y los ponentes. Dicho programa responde al esquema del lema: memoria, presencia y futuro. Resaltó el P. Martínez Oliveras que es un programa completo y espera que muy fructífero. Y al final de su intervención hizo una invitación a que toda la Vida Consagrada viviese desde la alegría.

La Vida Religiosa desde el Concilio Vaticano II a nuestros días

Tras un descanso de media hora, se reanudan las jornadas. La primera ponencia corrió a cargo del  Cardenal Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo emérito de Pamplona. El objeto de su exposición fue la doctrina sobre la Vida Consagrada desde el Concilio Vaticano II hasta la actualidad. Aclaró que su pretensión es hacer una reflexión sistemática. Para ello centró su mirada en las afirmaciones centrales del Concilio. Recordó que la Constitución Lumen gentium, expresa que la Vida Religiosa no pertenece al orden jerárquico de la Iglesia, sin embargo está llamada a la santidad conjuntamente a todas las formas de vida. Para ello puso de relieve que la consagración bautismal como sacramento de la fe, y la consagración religiosa no están en contradicción sino que esta segunda necesita de la primera y que es una manera especial de vivir la consagración bautismal. Esta consagración religiosa tiene una dimensión escatológica, es decir, que quiere hacer presente en la tierra la vida celestial. La Vida Consagrada es una realidad que está en plena comunión con toda la Iglesia. La afirmación del Concilio radica en que la Vida Religiosa nace del mismo seno de la Iglesia.

En el desarrollo de la ponencia, manifestó no sólo la dimensión escatológica, sino también la dimensión esponsal con el misterio de Cristo. Hizo mención del decreto Perfectae Caritatis. En este documento se explica que la Vida Consagrada nace del mismo Cristo. Él es el origen. La Vida Consagrada trata de vivir según el mismo estilo de vida de Jesús, que vivió por hacer presente el reino del Padre en la tierra. De esa manera, la Vida Religiosa es una forma de vida cristiana que pretende hacer visible en la tierra las verdades plenas y definitivas del Reino de Dios. Afirmó que hay un carisma común para toda la Vida Religiosa: vivir configurados con Cristo.

En cuanto a la jerarquía de la Iglesia, la Vida Religiosa no forma parte de ella. Está al servicio de la jerarquía. Y a su vez, los obispos tienen que favorecer la presencia de la Vida Religiosa en las Iglesias particulares. En cuanto a la relación con los laicos, serían laicos en tanto y cuanto se entiende laico como no ordenado.

Un poco más adelante, recordó que los consejos evangélicos son medios para alcanzar la santidad. Son posibilidades del amor, y no son un camino inferior o superior. Todo entra en la santidad cuando cada uno responde a “sígueme”. La vida consagrada no es algo esté en la Iglesia. Forma parte de ella. La Vida religiosa es esencial en la vida de la Iglesia. Pueden desaparecer institutos, pero nunca pueden faltar estas formas de vida. Es patrimonio de la Iglesia que nace de lo más profundo.

Finalmente, el cardenal Sebastián destacó a María como icono de la Vida consagrada en la Iglesia porque es aquella que se ha configurado mejor con Cristo
Y a modo de conclusión, el cardenal destacó los problemas de hoy en día, los cambios sociales, la tecnología y los sufrimientos de la humanidad, y ante estas situaciones la Vida Religiosa tiene que estar presente, de ahí surge que la misión de la Vida Religiosa es mantener viva la misión de Jesús y de los Apóstoles con las notas características de gratuidad, desprendimiento, generosidad y la entrega.

Junto a esto agradeció toda la reflexión teológica que se ha ido desarrollando en torno a la Vida Religiosa a lo largo de los años posteriores al Concilio Vaticano II. Con esto resume que la Vida Religiosa tiene que manifestar la auténtica humanidad, esto es, transparentar el amor misericordioso de Dios a los hombres y mujeres de este mundo, y que lo importante no es pensar si hay pocos o muchos religiosos, sino que lo importante es ser fiel y auténtico.

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