La Universidad Eclesiástica San Dámaso (UESD) ha celebrado este jueves la festividad de su Santo Patrón con una Eucaristía en la catedral de Santa María la Real de la Almudena, presidida por el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino. Han concelebrado el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, y el obispo auxiliar de Madrid, Vicente Martín.
También han participado el rector de la UESD, Nicolás Álvarez de las Asturias; varios profesores del centro; el vicario episcopal para el Clero, Juan Carlos Merino; los vicarios territoriales de la Vicaría I, Juan Pedro Gutiérrez Regueira, y de la Vicaría VIII, padre Ángel Camino, osa; así como el rector del Seminario Conciliar de Madrid, Antonio Secilla.
Como cada año, la comunidad de profesores, alumnos, sacerdotes, colaboradores y amigos de la institución se dio cita para profundizar en el legado espiritual e intelectual del papa hispano del siglo IV, figura clave en la memoria cristiana de los primeros mártires.

La parte musical ha estado a cargo de la Escolanía de la Abadía de la Santa Cruz del Valle, que tras la Eucaristía ha ofrecido un Concierto de Navidad con un programa dividido entre canto gregoriano y polifonía renacentista y contemporánea.
En su homilía, Martínez Camino ha subrayado que la oración colecta propia de la memoria de san Dámaso «nos invita a celebrar los méritos de los mártires, a quienes el papa san Dámaso dedicó siempre devoción y amor». Recordó que san Dámaso, papa hispano del siglo IV, fue «un gran cultivador de la memoria de los primeros testigos de sangre de la fe en Jesucristo».

El obispo auxiliar subrayó la centralidad del testimonio martirial para la Iglesia: «Después de la Virgen y de los apóstoles, los mártires son venerados con un afecto especial, porque han dado la vida por sus amigos, como nos recuerda el Evangelio de san Juan». Frente a la visión filosófica antigua que consideraba imposible la amistad con Dios, afirmó que «los mártires aprendieron en las catequesis eucarísticas que Dios se ha hecho hombre para mostrarse como el mejor amigo de los hombres».
Asimismo, destacó cómo «la luz de la cruz deslumbró tanto a personas sencillas como a grandes literatos y filósofos», que no dudaron en abrazar la fe hasta las últimas consecuencias.
Mons. Martínez Camino recordó que el martirio «no es un ejercicio de nostalgia histórica o arqueológica, no es vivir vueltos al pasado, olvidando el presente sin mirar con esperanza hacia el futuro», sino que marca profundamente la historia contemporánea. Mencionó, entre otros, el genocidio armenio; la persecución soviética, que costó la vida a cerca de 200.000 clérigos y religiosos; los mártires de México en los años 20 y los de España durante la persecución religiosa de los años 30, «que costó la vida a 6.913 sacerdotes, seminaristas, religiosos, religiosas y a cientos de laicos». En ellos, afirmó, «brilla el poder liberador de la cruz y son semilla de esperanza para el mundo».

Ignacio Aláez Vaquero y diez compañeros mártires
El obispo auxiliar recordó con emoción la memoria celebrada en 2017 en el Seminario Conciliar, cuando fueron inhumados los restos del siervo de Dios Ángel Trapero Sánchez Realen en la capilla del Seminario, bajo el retablo de San Dámaso. Y recordó que, como ya anunció el cardenal José Cobo, antes de que termine el curso se celebrará en Madrid la beatificación de Ignacio Aláez Vaquero y diez compañeros mártires, seminaristas y familiares. «La mayoría fueron alumnos de San Dámaso en sus etapas institucionales previas, formados en el Seminario Conciliar de Madrid», destacó.
Mons. Martínez Camino concluyó pidiendo al Señor, por intercesión de san Dámaso, «la gracia de venerar y amar a los mártires, para comprender la potencia de salvación que encierra su testimonio».
Recordó que la veneración de los mártires «forma parte esencial del culto a Cristo» y es, por tanto, «objeto fundamental de estudio para la Universidad San Dámaso», que encuentra en su testimonio «una fuente de inspiración y sabiduría para comprender la cultura contemporánea y anunciar a nuestros hermanos el Evangelio de la vida». Al final de la Misa, agradeció a toda la comunidad académica su participación en la celebración y a la Escolanía de la Abadía de la Santa Cruz «la belleza de la música que ha acompañado esta festividad».

Tras la Eucaristía, la Escolanía de la Abadía de la Santa Cruz ofreció en la Catedral un Concierto de Navidad con un repertorio cuidadosamente preparado, que combinó dos tradiciones musicales: el canto gregoriano y la polifonía renacentista y contemporánea. Los jóvenes cantores interpretaron piezas como Kyrie Fons Bonitatis, Hodie Christus Natus Est y Rorate Coeli en la primera parte; y obras de Cristóbal de Morales, T. L. Victoria, Richard Ewer y J. F. von Herbert en la segunda, junto con villancicos populares como Los peces en el río, Los campanilleros o Stille Nacht. El concierto estuvo dirigido por Fray Javier Martín (gregoriano) y Jesús Rodríguez Martín-Urda (polifonía), con la participación de la pianista Valentyna Naida. La comunidad universitaria agradeció la belleza de la música, que prolongó de forma natural el clima espiritual de la celebración litúrgica.
