España

Viernes, 06 marzo 2015 05:19

Caridad en donde hubo escarnio

Sevilla, como otras capitales y localidades de España, un año más se prepara para celebrar su Semana Santa. Incienso y azahar esparcidos en el aire perfuman cada primavera las calles hispalenses repletas de un gentío ávido de ver a sus Cristos y Dolorosas, esas imágenes imposibles de describir por su perfección y belleza, en la que tantos imagineros plasmaron su arte. Todas ellas toman vida sobre el asfalto, gracias a la entrega de miles y miles de costaleros que van meciéndolas bajo los pasos con ímprobo esfuerzo. Varales, bambalinas, mantos, ciriales, incienso, bandas de cornetas y tambores…, más que cultura y espectáculo, es la imponente fe popular impregnando cualquier recodo de la carrera oficial que deben recorrer las distintas cofradías hasta llegar a la catedral, con una emoción que se desborda irremediablemente, desgranada en suspiros, llantos, saetas y piropos. Difícil equilibrio entre el recogimiento y el entusiasmo; pero con todo aquello se implora a ese cielo reflejado en la dulzura y pureza de las imágenes que recuerdan la infinita misericordia de Dios. Sea bajo el anonimato de un faldón, desde el graderío o a pie de calle la gente quiere participar en este encuentro con el Redentor y con su Madre. Es una catequesis única; hay que llevarla dentro para comprenderla.

Una Hermandad sevillana, de las más antiguas que existen, es la de los Negritos, así conocida porque inicialmente estuvo integrada por los esclavos negros, y negros afincados en la capital fueron también los hermanos que sacaron los dos pasos que la componen hasta no hace mucho. El año 2018 esta cofradía conmemorará sus 625 años de fundación. El titular de la misma, el Santísimo Cristo de la Fundación, es una talla del escultor Andrés de Ocampo (1622), muy sobria, que emociona y sobrecoge. Los integrantes de esta Hermandad mantienen vivos sus objetivos que no son otros que la caridad. En las entrañas de la misma, entretejidos por múltiples desvelos, los hermanos se afanan en cubrir las carencias de muchas familias a las que este zarpazo de la crisis les ha dejado prácticamente con lo puesto, sin olvidar a varios conventos y otros desvalidos humana, material y espiritualmente.

Consuelan, ayudan y se entregan fraternalmente haciendo creíble su devoción al Santísimo Cristo y a Nuestra Señora de los Ángeles que acompaña a su divino Hijo.

Así va despertándose la fe de los descreídos --que de esos también hay constancia en las cofradías--, de los alejados de la Iglesia y de quienes de algún modo o abiertamente se han comprometido con ella. Todos tienen allí su cabida; no hay acepción de personas. Es la plasmación del evangelio en una cofradía que nunca olvida sus orígenes: hermanos esclavos, a quienes la vida marcó ignominiosamente quedando a merced de congéneres sin escrúpulos. Al procesionar estos dignos antecesores fueron dejando en la calzada hispalense la huella de sus pies descalzos y el corazón contrito de los sensibles ciudadanos que solo podían adivinar su rostro por hallarse rigurosamente velado por el antifaz. También hoy a los hermanos les está prohibido levantárselo. Y cuando han concluido su estación de penitencia no pueden «vagar por las calles», ni detenerse en las mismas ni siquiera para ver otras procesiones; no pueden reunirse en grupo, ni fumar, ni hablar, ni realizar actos que pudieran contravenir la penitencia que realizan... Eso da idea de su rigor y coherencia.

Paciencia, fe y caridad, una trilogía tatuada, no solo cuando se asoma a las calles de Sevilla cada Semana Santa, sino en el vivo discurrir de esta Hermandad acogedora, solidaria, llena de esperanza, que no duda en sumar sus recursos materiales y humanos para contribuir a la formación de los que no tienen medios, asistiendo a enfermos, como los de esclerosis múltiple, o vinculándose a cualquier iniciativa benéfica y caritativa, siempre que tenga entre sus objetivos el sumo bien; por eso apoyan a asociaciones cuya finalidad es la defensa de la vida humana y se hacen eco de todo lo que revierte en beneficios para las personas. Son los entresijos de cofradías que quizá muchos desconocen. Pero desde luego, la entrañable y popular Hermandad sevillana de «Los Negritos» consigue sembrar la caridad donde antes hubo escarnio. Una historia digna de contarse y, sobre todo, de vivirse.

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