El Santo Padre aceptaba este fin de semana por mayoría de edad la renuncia como obispo de Chiclayo - tras 16 años al frente de esta diócesis - de Mons. Jesús Moliné Labarta, un misionero español que este pasado DOMUND compartía cómo se ha vivido la fiesta misionera en su diócesis peruana.

Haciendo referencia al lema de este año, el obispo comentaba que, para él, “renace la alegría significa volver a mirar al primer Amor: Jesucristo. Y esto se percibe en aquellos fieles que tienen sed de Dios, que quieren conocer a Aquél que por amor les ha redimido, que por amor a muerto por ellos, para que tengan la alegría al saberse salvados, porque todos tenemos esas ‘semina Verbi’ en nuestros corazones. (…). Aquí, en la Diócesis de Chiclayo-Perú, se procura ayudar en la medida de lo posible a que los fieles renazcan su alegría, que consiste en encontrarla en la fuente misma, Jesucristo presente realmente en el Sacrificio Eucarístico. Allí se encuentra la expresión máxima del amor, de la totalidad, de la entrega, de la generosidad, de la alegría”.

Según explica Mons. Moliné Labarta, la diócesis de Chiclayo tiene una extensión de 15,667 km2 y cuenta con una población de 1.300.000 habitantes. Tiene 48 parroquias, 118 sacerdotes, entre diocesanos y religiosos. Cuenta con 25 congregaciones religiosas de Derecho Pontificio, con un total de 163 religiosas; con 2 Institutos Religiosos de Derecho Diocesano, con 6 religiosas; y con un Instituto Secular Femenino conformada por 12 laicas consagradas.

“Una de las principales labores que un Obispo debe realizar en su Diócesis”, contaba Mons. Labarta, “es la de regir, de pastorear como administrador del rebaño encomendado por Cristo. Dentro de las diversas labores apostólicas que realizo en nuestra Diócesis de Chiclayo está la visita al Seminario Mayor ‘Santo Toribio de Mogrovejo’ y al Pre Seminario ‘Santo Toribio de Mogrovejo’ considerados como el corazón de la Diócesis, con la finalidad de estar cerca de los seminaristas y que ellos estén cerca de su pastor, escuchándoles y compartiendo con ellos sus ilusiones, entusiasmos y preocupaciones, como un padre con sus hijos, claro está, con ese ímpetu de fomentar vocaciones sacerdotales. Ellos se sientes alegres al ser atendidos por su Obispo, y renuevan su alegría de servir en un futuro no muy lejano a las fieles de la Diócesis.

Visito a la Universidad Católica USAT, donde soy el Gran Canciller, con la finalidad de compartir, no sólo en los diversos eventos que se realizan sino también siguiendo paso a paso el esmero por una buena formación integral-científica, humana y cristiana- a la juventud estudiosa. Asimismo, junto con la coordinación de Capellanía celebramos los sacramentos de iniciación cristiana para aquellos estudiantes que se encuentran en un proceso de formación cristiana dentro de nuestra Universidad.

Celebro la Eucaristía todos los domingos en la Catedral, como Pastor de la Diócesis, las Primeras Comuniones y Confirmaciones en las diversas Parroquias de nuestra jurisdicción eclesiástica. Visito los colegios, no sólo católicos, sino, también estatales y particulares, en las diversas visitas pastorales que se tienen programadas en las diversas parroquias de nuestra jurisdicción eclesiástica, con la finalidad que los alumnos, no sólo conozcan a su Obispo, sino que puedan sentir la cercanía de un Obispo que les tiene presente y que busca en ellos la generosidad del corazón hacia una entrega cada vez más seria en la vida cristiana, y por qué no, también en la entrega total al amor a Cristo y a su Iglesia en la vida consagrada y sacerdotal.

En cada ordenación diaconal y presbiteral que confiero se puede notar la inmensa alegría, que de suyo el sacramento del orden trae, en los jóvenes generosos de entregar su sí y su vida al Señor en servicio ministerial. Asimismo, es acicate para que los demás jóvenes no tengan miedo, y se aventuren en la pasión y a la alegría de servirle al Señor siendo obreros en su campo.

Visito también las diversas comunidades religiosas (rama masculina y femenina) como a los diversos grupos parroquiales juveniles y niños de las diversas parroquias, porque interesa la formación cristiana de ellos, y así poder pedirle al Señor que envíe más obreros a su mies.

En mi labor, también está presente la atención a las diversas personas que desean conversar o llevar una asistencia espiritual en mi despacho episcopal. Es donde, a través de una programación en agenda se puede tener organizado la atención al público.

Con todo ello, se puede observar en aquellas personas la alegría de ser atendidos pos su Obispo, y también por querer tener la fuerza necesaria para luchar en sus vidas cristianas”.