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Jueves, 13 noviembre 2014 05:10

Japón: el `Samurai de Cristo` podría ser beatificado ya en el 2015

El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato, habría confirmado hace unos días a una delegación presidida por el obispo de Kyoto y presidente de la Conferencia Episcopal Japonesa, monseñor Yoshinao Otsuka, que el siervo de Dios Justo Takayama Ukon, el señor feudal que renunció a las riquezas y honores para no renegar de Cristo, podría ser beatificado el próximo año.

El episcopado japonés ya había presentado al dicasterio presidido por el cardenal Amato un expediente de 400 páginas, que recoge la vida y virtudes heroicas de este daimio (señor feudal). La Iglesia local querría verlo beatificado en 2015, cuando se cumplen los 400 años de su muerte en Filipinas. La respuesta oficial podría llegar antes de que concluya el 2014.

La noticia de la probable beatificación reforzaría también la idea de un viaje del papa Francisco al país nipón. El gobierno de Tokio <http://www.cbcj.catholic.jp/eng/edoc/140607.htm> y la Conferencia episcopal <http://www.cbcj.catholic.jp/eng/edoc/131015.htm> , que festeja los 150 años del resurgir de los "kakure krishitan" (los llamados "cristianos escondidos") en 2015, invitaron formalmente al Pontífice argentino hace unos meses.

"No quedó en Japón ningún sacerdote: todos fueron expulsados. La comunidad permaneció en la clandestinidad, conservando la fe y la oración mientras permanecían ocultos". Con estas palabras, el Santo Padre alabó en una catequesis sobre el Bautismo el valor de los cristianos nipones que sufrieron persecución en el país asiático desde el siglo XVII hasta el siglo XIX.

Actualmente, hay declarados 42 santos y 393 beatos japoneses, todos mártires. El caso de Takayama es diferente, porque su muerte se debió a una enfermedad. Sin embargo, como muchos fieles nipones sufrió en sus carnes la persecución y el exilio.

Para el postulador general de la Compañía de Jesús para la causa de los santos, padre Anton Witwer, la vida de este noble japonés es un ejemplo de "fidelidad a la vocación cristiana". "Takayama murió en el exilio, debido a la debilidad causada por los malos tratos sufridos en su patria", aseguró en declaraciones a los medios.

Este miembro de la clase gobernante de la época nació en 1552, tres años después de la llegada del introductor del cristianismo en Japón, el misionero jesuita Francisco Javier (1506-1552). Cuando tenía 12 años, al convertirse su padre al catolicismo, fue bautizado con el nombre de Justo por el padre Gaspare di Lella.

Cuando creció, se convirtió en un importante daimio y construyó la primera iglesia de Kioto, que fue destruida años después. Entabló relación con las personalidades más poderosas del país, pero siempre se mantuvo independiente. Además, destacó como samurai al dirigir ejércitos, siempre intentando limitar la pérdida de vidas, y consiguió grandes victorias para el regente imperial Hideyosi Toyotomi.

Este gobernante inició la prohibición del catolicismo y la expulsión de los jesuitas del archipiélago en 1587. A pesar de ello, Takayama y su familia se mantuvieron fieles a la religión católica y sus dominios sirvieron de refugio a muchos cristianos perseguidos. Sin embargo, el nuevo shogun (general que gobierna el país en nombre del emperador) Ieyasu Tokugawa prohibió por completo la religión en 1614 y procedió a la expulsión de todos los católicos.

Conocido como el "Samurai de Cristo", Justo Takayama hizo honor a su apodo y se mantuvo fiel a su fe. Abandonó todos sus feudos, riquezas y títulos y, junto a su familia, se exilió en Filipinas. Con 62 años, lideró el éxodo de 300 cristianos que abandonaron su país para no volver jamás. Murió a los pocos meses de su llegada a Manila debido a los maltratos que sufrió en su tierra natal.

En una plaza de la capital de Filipinas se levanta una escultura que recuerda al señor feudal, con la cruz en sus manos. Y los lugares en los que vivió, luchó y rezó en Japón son verdaderas metas de peregrinación para los fieles católicos asiáticos.

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