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Martes, 25 noviembre 2014 05:23

La Iglesia en Myanmar, 500 años de una fe “fraguada con lágrimas y sangre”

Este fin de semana ha tenido lugar la celebración del 500 aniversario de la llegada del catolicismo a Myanmar. Con este motivo el viernes llegaron a Rangún miles de católicos para este acontecimiento que ha tenido su centro en la catedral de Santa María de la capital de este país asiático. El Papa nombraba como su enviado especial a estas celebraciones al arzobispo de Bombay, el cardenal. Oswald Gracias, quien ha llevado a los católicos de Myanmar el cariño y amor del Santo Padre, a esta Iglesia ya secular.

Los cristianos siguen siendo una pequeña minoría en Myanmar, con mayoría budista. En una población de 50 millones, los católicos son alrededor de 750.000. Y esto a pesar de las dificultades, puesto que la Iglesia ha crecido de modo significativo desde que el general Ne Win tomara el poder en el país, e iniciara una vía birmana a un socialismo dictatorial, que llevó a la expulsión de todos los misioneros y al aislamiento prácticamente total del país. Ahora es Myanmar, con sus sacerdotes y religiosos, quien da a la Iglesia misioneros, según explicaba el arzobispo de Rangún, a la agencia católica UCA News.

La Iglesia ha estado todos estos años muy cerca de los que sufren, sobre todo, de las minorías étnicas, como los kachin, en la frontera con China, de los que 4.000 acudieron a las celebraciones de Rangún. Como señalaba Mons. Bo ante los miles de católicos reunidos para estas celebraciones: “La fe, fraguada con lágrimas y sangre, nos une hoy desde todos los rincones de Myanmar”.

En 1511 llegaron los primeros misioneros acompañando a mercaderes portugueses, pero hasta tres años después no tuvieron lugar los primeros bautismos. En 500 años la contribución de la Iglesia a la historia del país ha sido muy notoria. Las escuelas y los colegios católicos han sido verdaderos centros de instrucción y de cambio, sin dejar de lado la gran aportación hecha al sistema sanitario con hospitales, centros de atención e innumerables personas dedicadas a aliviar y cuidar a quienes lo necesitaran.

El Papa en su carta al cardenal Oswald Gracias, al nombrarle su enviado a Rangún, le decía que tenía el deseo de “que todos, al recordar la hermosa historia de la Iglesia en Myanmar, así como el testimonio de tantos cristianos, muestren con nuevo impulso y celo un amor intenso a la Iglesia de Cristo y al Evangelio, con la intercesión del beato Isidoro Ngei Ko Lat, ínclito hijo de esta nación, - beatificado este pasado mayo – y vivan su fe con entusiasmo en su vida cotidiana”. Una fe vivida en una dura vida cotidiana durante 500 años.

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