El padre Ghadir, prior del convento carmelita de Bagdad, cuenta en una carta – compartida por los hermanos de su Orden - cómo han celebrado los cristianos de esta castigada comunidad las fiestas navideñas:
“Como cada año, los preparativos de Navidad se llevan mucho tiempo y energía. La noche de Navidad en Fátima, en Bagdad, se pasó sin incidentes. Se reunieron unas 200 personas, a pesar de las amenazas que los terroristas habían lanzado días antes contra las iglesias, al igual que las misas que celebré en nuestro convento de Duhok. ¡Casi no había espacio para tanta gente en nuestra pequeña capilla!
Una semana antes de Navidad, hemos podido organizarnos para atender a los alrededor de 450 cristianos instalados actualmente en nuestra escuela de Bagdad, y cerca de 1.100 personas en Duhok. La mayoría de estos últimos son yazidíes, que viven como pueden en tiendas en diferentes campamentos. Durante estas fiestas se han distribuido buenas raciones de comida y regalos de Navidad (también para los yazidíes, pues este año coincidía su fiesta con la nuestra), bolsas con chocolatinas y caramelos para los niños, y también se dedicó medio día de fiesta (tanto en Bagdad como en Duhok) a estar con los más pequeños.
En la semana anterior a la Navidad, participé a una jornada preparatoria para este tiempo con los sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos consagrados de Bagdad, en presencia de Mons. Sako, Patriarca de los Caldeos, que fue quien tuvo esta idea de hacer algo unidos. Participé también en una celebración comunitaria de la penitencia que reunió a grupos de jóvenes de diferentes iglesias de Bagdad y acabamos el año con una vigilia de oración ante el Santísimo Sacramento en nuestra capilla de Duhok.
La situación es muy frágil, pues a pesar de los intentos que se observan en el norte de Irak contra EI, continúan los enfrentamientos y ataques entre la armada iraquí y los yihadistas, que ocasionan víctimas civiles todos los días. Desgraciadamente, han vuelto a producirse secuestros en Bagdad y la situación económica es catastrófica, con cortes frecuentes de electricidad (se han llegado a contar ¡hasta 12 cortes en un día!).
El futuro es triste. Y aunque liberaran los poblados cristianos, la vuelta a los hogares no sería inmediata, pues el panorama es desolador, todo ha sido asediado y destruido.
Agradecemos en estas líneas a todos los hermanos y hermanas del Carmelo, las carmelitas descalzas y tantos bienhechores que están sabiendo dar esperanza en medio de esta trágica situación. En nombre de todos los refugiados… un gracias infinito”.
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