En una entrevista concedida a la Fundación Pontificia Internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada, el sacerdote Rafik Greiche, responsable de relaciones públicas de la Conferencia Episcopal Egipcia, habló después de un año de la destitución del Presidente Mursi.

-Padre Greiche, en agosto de 2013 fueron incendiadas iglesias en Egipto cuando los islamistas se vengaron de la destitución del Presidente Mursi. ¿Cómo viven los cristianos de Egipto con el nuevo Presidente Sisi?
-El estado de ánimo de los cristianos es mucho mejor. La situación de seguridad está avanzando. Hay más estabilidad. Los proyectos económicos como la ampliación del canal de Suez entusiasman a todos los egipcios. Los cristianos se sienten mucho más seguros. Acuden a las iglesias sin sentirse amenazados como sucedía en tiempos del Presidente Mursi; bajo el régimen de los Hermanos Musulmanes se tiraban bombas Molotow a las iglesias o se hacían pintadas en sus muros. La situación actual propicia un ambiente pacífico.

-¿Entonces ya no hay ataques islámicos contra cristianos?
-Bueno, se alcanzó una cota muy baja, un mínimo; pero suelen producirse tensiones confesionales en algunos pueblos. Los yihadistas continúan secuestrando a muchachas cristianas. Pero la situación mejoró mucho. Quizá solo existe un diez por ciento de los problemas que teníamos los cristianos con Mursi. Esto no quiere decir que ya no hay incidentes. Siguen los problemas confesionales que conocemos desde hace treinta o cuarenta años.

-El Presidente Sisi ¿está receptivo a los problemas de los cristianos?
-Ha recibido a todos los obispos, tanto ortodoxos como católicos, y a los protestantes. Les dijo que los cristianos tienen todo el derecho a disponer de sus iglesias y a rezar. Además, el Gobierno “junto con las Iglesias” está preparando una ley para regular la construcción de iglesias. Este es uno de nuestros problemas más acuciantes aquí en Egipto. Hasta ahora es muy difícil construir una nueva iglesia. El proyecto prevé que se puedan poner símbolos cristianos, como cruces y campanas, externamente visible. Además, ya no decidirán las autoridades de seguridad. Tampoco el permiso para construir una iglesia lo dará el Presidente, sino el gobernador provincial. Si éste, en un plazo de sesenta días, no pone objeciones, los cristianos podrán comenzar a construir. Sin embargo, esta ley está esperando, pues en Egipto no hay actualmente un Parlamento que pueda aprobarla. Por ello hemos de esperar hasta que se celebren elecciones. Es decir, actualmente está todo en el aire.

-¿Cree que los islamistas podrían volver a desempeñar un fuerte papel en el nuevo Parlamento?
-Temo que sí. El problema es que los partidos laicos son muy débiles y no tienen un rumbo claro ni cuentan con mucho apoyo. Probablemente los islamistas no obtendrán una mayoría, pero podrían constituir una minoría considerable que demore o detenga los asuntos.

-En Siria e Irak los cristianos son perseguidos por ISIS. ¿Se sienten amenazados también los cristianos de Egipto o está ISIS muy lejos?
-Nosotros nos sentimos también amenazados; por supuesto que no del mismo modo que los cristianos en Irak y Siria donde hay una amenaza directa. Nosotros tenemos miedo de los yihadistas de Libia, nuestro país vecino. Desde allí envían armas. Además, también hay yihadistas en la península egipcia del Sinaí. Es decir, que tanto en el este como en el oeste de Egipto hay presencia yihadista.

-¿Las autoridades musulmanas en Egipto condenan suficientemente a grupos como ISIS?
-Bueno, cuando ISIS comenzó a expulsar cristianos de Mosul, en un primer momento no hubo un pronunciamiento de la Universidad sunita de al-Azhar. Los coptos se reunieron ante la embajada vaticana en El Cairo y apelaron a la Universidad de al-Azhar para que condenara los incidentes. Poco después ublicaron un dictamen. Pero no se trata solo de esto; en los planes de estudios de la Universidad y de las escuelas que dirige al-Azhar hay cosas que no se diferencian mucho de lo que hace ISIS. Aquí se tiene que producir un cambio, porque influye sobre el modo de pensar de la población.