Mundo

Jueves, 05 febrero 2015 05:15

La familia Ferrer López-Palacios, catorce años de misión en Haití

La familia misionera Ferrer López-Palacios lleva ya 14 años en Haití, en los que ha vivido la terrible historia en los últimos años:

“Somos una familia española, Agustín (48 años) y Paloma (49), que con nuestra dos hijas Sofía (19) y Paz (16)0 fuimos enviados por el Santo Padre, San Juan Pablo II a Puerto Príncipe (Haití 0000) hace 14 años, en octubre del 2000 durante el Jubileo de las Familias.

Nosotros vivíamos en Barcelona, teníamos nuestros trabajos y nuestra vida allí. Dos cosas cambiaron nuestra vida de entonces: una llamada y un envío. La llamada era de Dios, que nos invitaba seguirle como familia en misión para hacer presente su amor en un lugar concreto, y un envío que nos hacía la Iglesia para llevar a cabo esta presencia. Así que la iniciativa no era nuestra, no era un plan nuestro el dejar nuestra vida y las de nuestras hijas, sino que Dios nos llamaba y nos esperaba en Haití.

Nosotros ya habíamos sido testigos en nuestra vida de este Amor de Dios y teníamos agradecimiento. Durante un tiempo en la oración maduramos y discernimos esta llamada que se haría efectiva ese año 2000 en una convivencia en Porto San Giorgio donde estábamos 200 familias dispuestas a salir a cualquier lugar (nosotros no elegimos el destino) donde hubiera una petición, una necesidad.

El Papa Juan Pablo II, cuando envió a las primeras familias a en misión en 1988 diría “familia en misión, Trinidad en misión”. Nosotros estamos llamados como el borriquito del evangelio que desatan porque el Señor lo necesita a llevar esta Presencia, esta Luz a donde somos enviados. Mons. Miot, arzobispo entonces de Puerto Príncipe, moriría en el terremoto del 2010, pidió la presencia de una familia en misión en su diócesis.

Aterrizamos en Puerto Príncipe con nuestras hijas, entonces de tres y cinco años. En el barrio donde nos envió Mons. Miot, buscamos casa, colegio y trabajo, porque no somos carga económica para la diócesis de acogida. Dios fue proveyendo en todo. Al principio parece que lo más difícil es adaptarse a una nueva realidad tan distinta, la lengua, las costumbres, las incomodidades y la manera de vivir... y lo es, pero todo se va aprendiendo y Dios da las fuerzas y las gracias necesarias, somos testigos. Luego a la larga son otras las dificultades. Para nosotros fue un combate descubrir cómo Dios había pensado que debía ser la misión.

Nosotros veíamos importante que la fidelidad a esa llamada, pasaba por ajustarse a su plan. Así, nos pusimos en oración un buen tiempo esperando que Dios marcara y Dios habló y vimos que nuestra misión, así como nos habían dicho nuestros catequistas en España y confirmaba el obispo, era principalmente dar gratis lo que gratis habíamos recibido como prioridad, sin dejar de colaborar en lo que se fuera presentando. Y ¿qué habíamos recibido nosotros gratis que había cambiado nuestras vidas hasta el punto de dejar todo y salir para Haití? El anuncio de la Buena noticia: que Dios nos había amado tanto que había enviado a su Hijo Jesucristo para el perdón de nuestros pecados y esa noticia, que primero escuchamos, y luego creímos, se había hecho efectiva y había ido transformando nuestras vidas. Había ido debilitando nuestro egoísmo, el vivir para nosotros, había vencido nuestras esclavitudes y miedos sin ningún mérito por nuestra parte; todo ha sido gracia, todo ha sido gratuito.

Haití es un país con muchísimos proyectos y obras sociales que llevan adelante las miles de ONG, las congregaciones religiosas, los organismos internacionales, porque muchas son las necesidades básicas de la gente. Pero la Iglesia, por amor a las almas con el Anuncio de la Buena Nueva como labor principal, sin abandonar la acción concreta, puede ayudar tantísimo en esas otras ‘periferias’ existenciales.

Recuerdo haber leído unas palabras del Papa Benedicto que decía que el anuncio del Evangelio es el grado más alto de ejercer la Caridad.
En el terremoto vimos lo grande de este mandato. Cuando uno está bajo los escombros, y no va a salir vivo de allí, y lo sabe, ofrecerle, comida, estudios, una casa, no le quitan la angustia, pero somos testigos de que una Palabra, decirle que Dios le ama , tiene poder de quitarle el miedo a la muerte y darle Paz.

Otra de las dificultades que vemos desde que estamos aquí son los peligros que acechan al alma del misionero. Por eso, es necesaria la vida intensa de oración. Hay que combatir. Por el hecho de que hemos dejado todo, e incluso algunos han ido a lugares muy difíciles, donde se juegan la vida por ser cristianos, en otros se exponen a enfermedades muy graves o en situaciones de riesgo por la poca seguridad que hay, es fácil ser tentados.

No es difícil, creerte bueno, creerte mejor que los que no han salido de su casa. Creerte imprescindible ante la obra que has construido; exigir una satisfacción personal en todo lo que Dios hace a través tuyo, que a veces es enorme, dudar del amor de Dios escandalizados por la pobreza o el sufrimiento; creer que Dios no se preocupa por ellos porque no hace nada en cambio tu sí que podrías solucionarlo; pensar que tus méritos te ganarán el cielo; desobedecer al mandato de un responsable o superior si te dicen tal vez que vuelvas un tiempo o dejes todo porque piensas que si no están aquí cómo pueden opinar, qué saben ellos.

La Iglesia viene en ayuda nuestra con el Sacramento de la Eucaristía y el Sacramento de la Reconciliación, para ayudarnos a permanecer fieles o si caemos a levantarnos. Otra ayuda grande que tenemos es saber que no estamos nosotros solos, por libre aquí, tenemos nuestra comunidad Neocatecumenal en España que nos sostiene. Damos gracias a Dios por esta iniciación cristiana. Contentos y muy agradecidos hoy podemos decir con alegría ‘siervos inútiles’ somos. Rezad por nosotros, por este país que está en un momento difícil”.

Arzobispado de Madrid

Sede central
Bailén, 8
Tel.: 91 454 64 00
info@archidiocesis.madrid

Catedral

Bailén, 10
Tel.: 91 542 22 00
informacion@catedraldelaalmudena.es
catedraldelaalmudena.es

 

Medios

Medios de Comunicación Social

 La Pasa, 5, bajo dcha.

Tel.: 91 364 40 50

infomadrid@archimadrid.es

 

Informática

Departamento de Internet

C/ Bailén 8
webmaster@archimadrid.org

Servicio Informático
Recursos parroquiales

SEPA
Utilidad para norma SEPA

 

Search