Dada la terrible situación de Haití, la Familia Vicenciana lanzaba la iniciativa “Lavi Miyo Chemen”. Una expresión en la lengua creol haitiana que significa “camino a una vida mejor”. Con ella se ha dador prioridad a las mujeres que tienen a cargo una familia y, como dice el hermano paúl Joe Agostino, coordinador internacional de este proyecto, “llevan la economía de Haití sobre sus espaldas”.
El objetivo es sacarlos de la pobreza extrema hasta lograr la autosuficiencia. Una vez que se les involucra en el programa, los participantes reciben, en primer lugar, ayuda material para mejorar sus condiciones de vida: materiales de construcción, instalaciones sanitarias, filtros de agua, comida, acceso gratuito a la atención médica, etc. Mientras tanto, se les prepara para que puedan llevar a cabo actividades que les generan ingresos, como la cría de pollos, cerdos o cabras, o la venta ambulante. El programa también ofrece la escolarización de todos los niños de las familias implicadas.
En febrero de 2014, superaban el primer periodo de formación de 18 meses, 290 participantes, que, incluyendo el impacto directo sobre otros miembros de sus familia, ayudará a que cambien las condiciones de vida de cerca de 3.000 mujeres.
Un segundo grupo de 140 participantes, en el sureste de Haití, lleva ya nueve meses siguiendo este programa. Un programa que tiene como objetivos la construcción de 75 viviendas, la terminación de las instalaciones sanitarias, y el establecimiento de una clínica médica móvil, cerca de una escuela pública. Con anterioridad se distribuyeron 321 cabras, 125 cerdos, 198 gallinas y 24 pavos. Tras 9 meses, el número de animales había aumentado un 30%.
Sobre la base de este éxito la Familia Vicenciana en Haití extenderá su acción mediante un nuevo plan estratégico de tres años.