Mundo

Jueves, 12 febrero 2015 05:21

Desde el Himalaya, José Alfaro, un retrato de lo que es ser misionero

El sacerdote de La Rioja, José Alfaro del Valle, misionero calasancio, escribe desde Tansen, en Nepal, un país pobre, con una naturaleza agreste y hermosa, propia de esa zona de Asia conocida como el “techo del mundo”. Como él dice, le gusta compartir sus sentimientos con sus amigos. En esta ocasión habla de esos “quijotes” que son los misioneros:

“¿Qué tal amigo? Por favor quítate el sombrero. ¿Que no tienes sombrero? Y, ¿a qué esperas? Cómprate uno rápido. ¿Para qué? Pues para que te lo pongas y te lo quites reverentemente. Porque, mi amigo, esto que hacen y cómo viven los curas y monjas por estas montañas de Dios es ni más ni menos como para quitarse el sobrero, hacerles un monumento y canonizarlos en vida. ¡Qué tíos! Habría que decir “chapó”. O sea chapó, chapó y chapó. Si tú vieras subir y bajar montañas, a patita por caminitos empinados y difíciles hasta para las cabras, no te digo sólo a buscar ovejas perdidas, que también, sino simplemente para acompañar a un grupito de católicos que tienen su casita en el fondo del barranco o en la cima de estos inmensos montes, para estar un buen rato con ellos, orar por cada uno, bendecirlos, llevar la Comunión a los abuelos y a los enfermos, decir la misa en la habitación muy decentita donde tienen sus estampas e imágenes religiosas, con flores, velas y palitos de incienso, rezar y cantar juntos, sentados en el suelo y descalzos por respeto, aunque haga mucho frío, leer la Biblia y escuchar atentamente la explicación, recitar con devoción un montón de oraciones que todos saben de memoria, sentir que pertenecen a una comunidad grandísima que abarca el mundo entero, rezar por el Papa y toda la Iglesia, comentar lo que pasa cerca y lejos, los cristianos perseguidos, los esposos quemados vivos…, tomar juntos un plato de arroz y alguna verdurita, un vaso de agua caliente, la última bendición y vuelta a subir y bajar, por la ‘autopista’. Tan peligroso subir porque te cansas un montonazo, como bajar, porque al menor traspiés o si resbalas, no sabes dónde vas a parar de dar volteretas. Así que ya hace rato que no me separo de mi ‘lati’, mi fiel compañera la caña de bambú, báculo de mi vejez, socorro de mi ancianidad y rodrigón de mis años longevos” (…).

“Arrebujados en una manta por el frío, o a todo sudar, con salud o enfermos, rejóvenes y reviejos, pasando hambre, sed y falta de lo más imprescindible, totalmente solos muchas veces, sin entender las lenguas y estudiando idiomas hasta que te mueres, a veces cerca o en la loma del diablo, pidiendo de limosna cuatro perras para hacer cosas buenas para los demás, aguantando trampas, robos, desprecios, acomodándote a todas las culturas y estilos de vida, aceptando todo lo que te venga, te guste o no te guste, toreando las dificultades de los gobiernos, sintiéndote siempre como gallina en otro corral, siempre forastero pidiendo permiso para respirar el aire que es de todos, disimulando, poniendo buena cara y sonriendo ‘a bulto’, comiendo y bebiendo lo que te ‘tira patrás’ y diciendo ¡qué rico¡, acomodando tus costumbres a sus costumbres, tu reloj a sus tiempos, tus vestidos a sus vestidos y lo que tú crees que es importante a lo que ellos piensan que lo es…” (…)

“No es cuestión de que te pongas a aplaudirles, porque a ellos les importa un rábano. Sino de que apoyes su trabajo y su pelea, aunque sea desde tu sillón o tu sofá, aunque sigas ‘apolillando’. Haz lo que se te cante, pero apoya, ayuda, suelta ‘la mosca’ y haz algo de tomo, que se toque, que se vea, antes de que estires la pata, porque después ‘lo que no diste, lo perdiste’. ‘Almacena tesoros para la vida eterna…’ ¿Te suena?

Resumiendo, sintetizando y recapitulando, te diría, que la vida y el trabajo de estos quijotes caballeros y misioneros andantes es formidable, extraordinaria, fantástica, fabulosa, inmensa, indescriptible, colosal, altruista, generosa, suicida, y añade tu todos los adjetivos superlativos que quieras… Esos sí que son ‘caballeros hazañosos que a sus aventuras van y en sus aventuras viven y mueren’ con estilo y salero, sin otro norte, ni otra luz ni estrella que el resplandor que brota de la persona de Cristo, el mayor y más grande de los caballeros aventureros y misioneros andantes”.

Arzobispado de Madrid

Sede central
Bailén, 8
Tel.: 91 454 64 00
info@archidiocesis.madrid

Catedral

Bailén, 10
Tel.: 91 542 22 00
informacion@catedraldelaalmudena.es
catedraldelaalmudena.es

 

Medios

Medios de Comunicación Social

 La Pasa, 5, bajo dcha.

Tel.: 91 364 40 50

infomadrid@archimadrid.es

 

Informática

Departamento de Internet

C/ Bailén 8
webmaster@archimadrid.org

Servicio Informático
Recursos parroquiales

SEPA
Utilidad para norma SEPA

 

Search