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Martes, 31 marzo 2015 06:33

El misionero Lucas Rodríguez, 50 años en Brasil

El misionero español Lucas Rodríguez Fuertes, desde Altamira, Brasil, comparte con OMPress sus experiencias misioneras durante más de 50 años en ese país, deseando a todos, especialmente a los fieles de su diócesis de origen, Astorga, una Pascua feliz.

“En relación a compartir mis experiencias misioneras, me siento muy a gusto para hacerlo, pues en ello está la mano de Dios: he cumplido 75 años, 50 de los cuales en las misiones de Brasil: los primeros 12, en Río de Janeiro que, creo poder afirmar que, fueron los mejores de mi vida sacerdotal y misionera. Con apenas seis meses de sacerdote, y luego después de la clausura del Vaticano II, experimenté un grande entusiasmo y una gracia de Dios, por poder trabajar en América Latina en el post Medellín.

Los 9 años siguientes los pasé trabajando en Altamira y en la Transamazónica, en la Prelatura del Xingu, una Iglesia particular con unos 330.000 Km2. ¡Qué diferencia de Río de Janeiro para el Rio Xingu, metido dentro de la Selva Amazónica!

Los cuatro años siguientes trabajé como Vicerrector y acompañante pastoral de 45 seminaristas del Seminario Mayor Interdiocesano, de seis diócesis del Regional Norte II, de la Conferencia Episcopal Brasileña. Nuestros seminaristas estudiaban Filosofía y Teología en el Instituto Regional de Pastoral (IPAR), con un semestre dedicado a lo académico y otro a la Pastoral. Podría parecer un pérdida de tiempo, más en verdad esta dinámica hacia que los seminaristas no se desarraigasen de su lugar de origen y tuviesen motivaciones para profundizar en lo académico. En la semana de evaluación que se hacía después de las practicas pastorales, nos confirmaba que esas prácticas estimulaban a nuestros seminaristas a dedicarse a lo académico con mayor ahínco pues sentían lo necesario que era el estudio serio para corresponder a las exigencias y necesidades del pueblo a quien, ya sacerdotes, deberían servir.

Los diez años siguientes los pasé trabajando en el Barrio Satélite, de la ciudad de Belém de Pará, puerta de entrada de la Amazonia, en una gran parroquia con una matriz y 33 comunidades, donde tuvimos una intensa pastoral, reforzada por la rica experiencia de la ‘Santa Misiones Populares’ (Padre Mosconi).

En 2007, la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre a que pertenezco, me eligió como uno de los integrantes del gobierno general, en Roma, cuya sede está situada en Viale di Porta Ardeatina, 66, fuera de las murallas, cerca de la Pirámide Cestia, próxima a la Basílica de San Pablo Extra Muros. Allí, ya con 67 años a cuestas, fui designado para ser el ‘Animador de la Formación’, teniendo como tarea principal visitar a nuestros seminarios, seminaristas y formadores, llevándoles ánimo y entusiasmo con mi presencia física, en las visitas a los seminarios, a las universidades en donde estudiaban, en los orfanatos y hospitales en donde hacían las practicas pastorales, etc. En seis años, visité 21 países en donde está presente la congregación, en cuatro continentes: Europa: Europa, Austria, Polonia Croacia, España y Portugal; Asia – India, Bangalore; África – Tanzania: Dar-es-Salaam, Morogoro y Dodoma; Guinea Bissau; Norte América: Estados Unidos y Canadá.

Terminando mi mandato como consejero general, volví al Brasil, que es mi nueva patria, habiendo sido naturalizado en 1981 (teniendo pasaporte español y brasileño), desde septiembre de 2013 hasta septiembre de 2014, ayudando en la Parroquia de Guadalupe en Belém. Desde septiembre de 2014 estoy nuevamente en Altamira, asumiendo la tarea de párroco en la Parroquia del Perpetuo Socorro, con una matriz y seis capillas. También ayudo en la formación de tres novicios, uno que ya es sacerdote y dos que han terminado la teología.

Desde hace varios años se está construyendo en Belo Monte una central hidroeléctrica que inundará las partes más bajas de Altamira. Las familias que viven en esas áreas están siendo trasladadas a lugares más altos e instalados en casas prefabricadas. Estas poblaciones representan un nuevo reto para la pastoral en Altamira.

En el mes de febrero y marzo, los domingos estoy cuidando pastoralmente de algunos de los grupos que trabajan en la hidroeléctrica de Belo Monte.

En la construcción de la hidroeléctrica, trabajan aproximadamente 40.000 obreros, además de otros de empresas de trabajo indirecto. Muchos de esos obreros viven en cuartos de tres o cuatro camas, en campamentos situados en tres lugares diferentes: uno se llama Pimental, otro Canales y otro la villa de Belo Monte”.

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