Julio Alonso Ampuero, sacerdote de la diócesis de Toledo y actualmente misionero en Lurín, Perú, diócesis en la que está volcada la misión diocesana de Toledo, nos cuenta cómo se ha vivido la Pascua en esta zona conocida como “Valle Verde”.
“¡Feliz Pascua de Resurrección a todos! No hay mucho tiempo para escribir, pero aprovecho para compartir algunas buenas noticias que son fruto de la Pascua, del Crucificado Resucitado por nosotros.
En la Vigilia Pascual fue bautizado Ricardo, un joven hijo de madre evangélica y padre sin fe. Hace 6 meses vivió un retiro, conoció a Cristo y se entregó a Él. Ha recibido el bautismo, la confirmación y la eucaristía. Quiere ser sacerdote. Es un muchacho de alma limpia y ha iniciado su discernimiento. Lo encomiendo a vuestra oración.
En el retiro Nueva Vida de marzo participaron 10 hermanos ‘de la calle’. Viven literalmente en la calle, sin nada; gracias a unos hermanos católicos reciben una comida diaria unos 100. Sucios, malolientes, viven rechazados y humillados; entre ellos hay de todo: drogadictos, prostitutas, ex-presidiarios... Los que los atienden no solo les dan comida: también buscan que conozcan a Dios. ¡Hubierais visto cómo comían!; parecía que nunca se hartaban y yo temía que alguno reventase. Y ¡cómo disfrutaban de poder ducharse y dormir en una cama! Uno de ellos acababa de salir de la cárcel después de 13 años por homicidio. Fueron una bendición impresionante: ¡qué apertura a Dios y a la gracia! Una vez más se cumple el evangelio: los últimos son los primeros.
El sábado víspera de Ramos hubo evangelización en el mercado, a una hora en que estaba concurridísimo de gente. Lo dirigió un grupo de adultos que tiene experiencia de evangelizar en la calle con música, cantos, testimonios. Se repartía una estampa con una oración invitando a la misa. Hubo confesiones... y confesonario (puedo mostrar fotos), al mismo tiempo que otros estaban disponibles para quienes deseaban que se orase por ellos. Una manera de poner en práctica lo que nos insiste el Papa de salir.
En el retiro de parejas de noviembre pasado participó una pareja de convivientes muy pobres y humildes, ella con cáncer terminal. Tras el retiro se casaron y ella ha estado recibiendo al Señor en la comunión casi a diario. Ha muerto santamente. Si el objetivo de toda pastoral es llevar a la gente al cielo, en este caso el objetivo está conseguido. Ya tenemos en el cielo una intercesora para los retiros.
Junto con la de Mons. Romero, el Papa ha aprobado la beatificación de tres sacerdotes mártires misioneros en Perú (dos franciscanos polacos -de 31 y 33 años- y un sacerdote diocesano de Italia). Fueron asesinados por odio a la fe en 1991, en la época de Sendero Luminoso. Es una gracia grande para la Iglesia en Perú, pues siempre la sangre de mártires es semilla de cristianos”. Recibid un cordial saludo. Me encomiendo a vuestras oraciones.
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