Archidiocesis de Madrid - El misionero navarro Antonio Garciandía recibe la Medalla de Plata al Mérito Social Penitenciario

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Miércoles, 08 abril 2015 06:17

El misionero navarro Antonio Garciandía recibe la Medalla de Plata al Mérito Social Penitenciario

El misionero navarro Antonio Garciandía Gorriti ha sido condecorado con la “Medalla de Plata al Merito Social Penitenciario” por su destacada labor como misionero en el Perú y por su admirable entrega pastoral en el penal del Callao “Sarita Colonia” y en el centro penitenciario “Piedras Gordas” de Lima. Esta distinción le ha sido concedida por el Gobierno de España, a través de su embajador en Perú, don Juan Carlos Sánchez Alonso. El acto de entrega tuvo lugar en la Embajada de España, el pasado jueves 26 de marzo, con la presencia del Obispo del Callao, Mons. José Luis del Palacio.

Lleva 40 años de labor pastoral misionera en el Perú, específicamente en la diócesis del Callao y en la diócesis de Carabayllo. El padre Antonio, con más de 53 años de sacerdote, ha trabajado siempre por los más pobres y alejados de la Iglesia. Durante estos años ha conseguido que le llegaran de España más de 700 contenedores con un poco de todo: cerámica, cortinas, materiales de construcción, camas... Todo para ser distribuido para los pobres y para ejecutar diversos proyectos pastorales y sociales.

En los últimos años, gracias a su labor misionera, el padre Garciandía ha logrado construir 20 parroquias en las zonas más pobres de Lima y Callao, beneficiando a más de 300.000 habitantes. Sus construcciones son todas hechas de material reciclable.

Como decía el padre Antonio en una entrevista a OMPress, los habitantes de esta zona tienen “muchas ganas de ayudar, pero no abunda el dinero”. Se trata de “suma pobreza”. Lo que se encontraron los misioneros al llegar fue que todos aquellos que tenían menos de 30 años estaban por bautizar. Nada menos que 13.000 bautismos ha administrado en su vida de misionero. En su labor le han ayudado 7 familias misioneras neocatecumenales. El testimonio de ellos y su presencia, contaba el padre Antonio, ha valido más que cientos de sermones. Resaltaba también el trabajo de los laicos que se han sumado a la labor de cada parroquia. La gente es humilde con una tradición sencilla pero son conscientes de que siempre tienen la palabra de Dios está cerca. “No les pedimos nada, pero lo que les prometemos se cumple”. El padre Antonio considera que la fe de esta gente que escucha desde su pobreza es la reserva de fe de la Iglesia para el mundo.

A pesar de las dificultades han conseguido, no obstante, que 800 alumnos acudan a su Centro de Enseñanzas Productivas donde, en ciclos de 3 años aprenden algún oficio. También atienden a más de 150 niños deficientes en un centro dedicado a ellos. Su última iniciativa es un Centro de Formación Integral con escuela de PYMES (pequeñas y medianas empresas), para fomentar la creación de empleo y de pequeñas empresas que mejoren la situación de la zona.

Hoy desde la Parroquia Cristo Camino, Verdad y Vida, continúa predicando la palabra de Dios. Cuenta que tiene en mente muchos proyectos como la construcción de un taller de enseñanza técnica con diversas especialidades y más parroquias en beneficio de la comunidad. El misionero declaraba que “mi mayor deseo es ver a estas personas llevar una vida digna y con un corazón henchido de amor hacia Jesucristo”.