Tras la celebración de la Santa Misa en la Basílica Vaticana para los fieles de rito armenio, el Papa Francisco se asomó a mediodía a la ventana de su estudio, en el Palacio Apostólico Vaticano, para rezar el Regina Coeli con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. Antes de la oración mariana, el Pontífice les dirigió unas palabras:
``Hoy es el octavo día después de Pascua, y el evangelio de Juan nos documenta las dos apariciones de Jesús Resucitado a los apóstoles reunidos en el Cenáculo... La primera vez, el Señor mostró a los discípulos las heridas de su cuerpo... Pero esa tarde faltaba Tomás, que no quiso creer en el testimonio de los otros... Ocho días después –precisamente como hoy– Jesús vuelve a presentarse a los suyos y se dirige inmediatamente a Tomás, invitándolo a tocar las heridas de sus manos y de su costado. Va al encuentro de su incredulidad, para que, a través de los signos de la Pasión, pueda alcanzar la plenitud de la fe pascual, la fe en la resurrección de Jesús.
Tomás es ``uno que no se contenta y busca, pretende constatar él mismo, tener una experiencia personal propia. Tras las resistencias e inquietudes iniciales, al final también él llega a creer... Jesús lo espera con paciencia y se ofrece a las dificultades e inseguridades del último llegado``. El apóstol ``toca`` el misterio pascual que manifiesta plenamente el amor salvífico de Dios, rico de misericordia. Y como Tomás también todos nosotros: en este segundo Domingo de Pascua estamos invitados a contemplar en las llagas del Resucitado la Divina Misericordia, que supera todo límite humano y resplandece sobre la oscuridad del mal y del pecado``.
Francisco recordó que un buen momento, ``intenso y prolongado``, para acoger las inmensas riquezas del amor misericordioso de Dios será el próximo Jubileo Extraordinario de la Misericordia, destacando que el rostro de la misericordia es Jesucristo. ``Dirijamos la mirada hacia Él -dijo- que siempre nos busca, nos espera y nos perdona... Y que la Virgen Madre nos ayude a ser misericordiosos con los demás como Jesús lo es con nosotros``.
Al finalizar el Regina Coeli, el Papa saludó a los presentes, sobre todo a los peregrinos participantes en la misa en la iglesia del Espíritu Santo en Sassia, centro de devoción a la Divina Misericordia. Mencionó a las comunidades neocatecumenales de Roma que comienzan una misión especial en las plazas de la ciudad para rezar y dar testimonio de su fe. También felicitó a las Iglesias de Oriente que, según su calendario, celebran la Santa Pascua y por último, agradeció los numerosos mensajes de felicitaciones pascuales, que durante estos días han estado llegando de diversas partes del mundo.