Mundo

Viernes, 17 abril 2015 06:22

14.000 seminaristas de toda África, destino de las ayudas de Vocaciones Nativas

Cada año, gracias a la generosidad de muchos católicos con la campaña de Vocaciones Nativas, numerosos sacerdotes en Sudáfrica llevan esperanza y cambio a las vidas de innumerables personas. El apoyo a esta campaña que organiza una de las cuatro Obras Misionales Pontificias, la de San Pedro Apóstol, permite que sigan abiertos muchos seminarios de países de misión. Quienes en ellos se forman llevan esperanza y alegría a miles de sus hermanos y hermanas.

Es el caso del padre Albert Sithole. Hace unos años fue enviado a Matikwe, en la zona sureste de su país, Sudáfrica. Era una misión en sus comienzos y apenas 40 personas asistían a Misa. No había escuela para los niños, y las madres jóvenes, los ancianos y los enfermos no recibían apoyo… porque no había ni siquiera una iglesia.

El joven Albert, recién salido del seminario, tuvo el coraje de animar a la gente a unirse y las cosas comenzaron a cambiar. Se sumaron más personas a la comunidad, y todos juntos construyeron una nueva iglesia. La nueva iglesia, St Mary, construida con los mismos materiales que las casas vecinas, con mucha hojalata, es la casa de todos, de una comunidad vibrante, y es el centro de proyectos educativos y de ayuda alimentaria a todo el barrio. Con 3.000 personas en esta comunidad, la iglesia se les ha vuelto pequeña. Todo ha cambiado como resultado del amor de Albert.

Con el apoyo a la campaña de vocaciones nativas se respalda a nada menos que 227 seminarios de toda África, donde jóvenes como Albert se forman para ayudar y dar esperanza a sus hermanos. Su futuro, una vida de entrega y trabajo.

Un ejemplo de ello es la misma vida de Albert. Tiene misas a partir de las siete en St Joseph. Sí, Albert es párroco de St Joseph, que es la cabeza de comunidades como la de St. Mary con su iglesia de hojalata, que está en el barrio de Inanda Newtown C. Pero también hay una Inanda Newtown A y otra B, Inango Lezulu y Mater Christi, como se llaman sus comunidades. Y tampoco hay que olvidar el barrio de Amaoti con la Iglesia de St Johannes, donde celebra la última misa de la mañana, a las doce. En todas hay que echar una mano y esta mano puede ser construir, con un grupo de voluntarios, bancos y reclinatorios, como carpintero, o salir corriendo al hospital de las Hijas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús, para atender a un moribundo. También está a cargo de una ONG, la Ikhwezi Organisation Support, para ayudar en la Casa Hogar que tienen para las víctimas del Sida, la gran plaga de Sudáfrica. En esta casa hogar – la misa aquí es por las tardes – también se acoge a mujeres solteras con hijos y se echa una mano a quien lo pide.

Este joven sacerdote ha logrado que una iglesia de hojalata, un hogar de acogida, una escuela hayan cambiado la vida de sus feligreses. La Obra de San Pedro Apóstol, con la campaña de vocaciones nativas que se celebra el próximo 26 de abril, apoya económicamente a los 14.153 seminaristas africanos que en los próximos cuatro años se convertirán en verdaderos sacerdotes “todo terreno”. Como Albert.

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