Dos grandes Pontífices del siglo XX fueron elevados a los altares hace un año en la plaza de San Pedro: Juan Pablo II y Juan XXIII, el el 27 de abril de 2014 por el papa Francisco.
El gran evento estuvo precedido por una `noche blanca`, en la que una gran multitud de peregrinos venidos de todas las partes del mundo tuvieron ocasión de rezar, adorar, confesarse y escuchar catequesis en distintas iglesias de Roma. Fueron 11 iglesias de la capital las preparadas para acoger a los fieles que protagonizaron una noche de alegría y celebración por el evento que al día siguiente tendría lugar.
Muchos lo definieron como el “día de los cuatro papas”, ya que Benedicto XVI no se quiso perder la celebración y participó en la eucaristía.
Fueron 120 las delegaciones procedentes de todo el mundo las que asistieron a la liturgia. Asimismo estuvieron presentes 24 entre jefes de Estado y reyes y 10 jefes de gobierno. La celebración eucarística estuvo presidida por Francisco y concelebrada por unos 130-150 cardenales y unos mil obispos, además de contar con la participación de unos 6 mil sacerdotes. Casi un millón de personas llenaron la plaza de San Pedro y Vía de la Conciliación, para la canonización.
Durante la homilía, el papa Francisco indicó que "Juan XXIII y Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de Él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús". Ha reconocido que "fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresía del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia". Asimismo afirmó que "fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte".
Juan XXIII y Juan Pablo II --observó el Pontífice-- "colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisonomía originaria, la fisonomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos. No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia".
Finalmente señaló que "san Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo" y "Juan Pablo II fue el Papa de la familia".