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Miércoles, 29 abril 2015 06:17

Los hermanos misioneros, María Rosa y Enric Olivé, hablan de las graves inundaciones en el norte de Chile

María Rosa Olivé, misionera catalana laica en Calama, Chile, y su hermano, el sacerdote Enric Olivé, cuentan las consecuencias de las intensas lluvias que han causado graves daños tanto materiales como físicos en esta zona del norte del país. María Rosa y su hermano Enric, vicario general de la diócesis de san Juan Bautista de Calama, viven en esta ciudad chilena desde hace muchos años, en la que también está el misionero catalán Jordi Jorba.

“A finales de marzo estuvo lloviendo como nunca lo había hecho. Llovió durante tres días seguidos; algunos ratos chubascos tan intensos como las lluvias que acostumbran a caer en Barcelona a finales de agosto o a primeros de septiembre.

El resultado ya lo podéis imaginar: casas inundadas, calles intransitables, servicios telefónicos, móviles e internet cortados y, en algunos sectores, también se quedaron sin luz ni agua.

Los grandes almacenes están cerrados por inundaciones y hay goteras por todos lados. Se ha demostrado claramente que las construcciones no están preparadas para estas aventuras. En nuestra casa, gracias a Dios, los daños han sido solo en dos sectores.

En las salas de catequesis que tenemos en el patio de la casa, con la ayuda de las misioneras bolivianas de nuestro sector, preparamos un lugar de acogida para que pasaran la noche algunas de las personas que habitualmente viven en la calle. La Municipalidad también organizó un centro de acogida para familias que quedaron sin casa y lo habían perdido todo.

Pero la peor parte se la llevó la zona de Chañaral, Copiapó, Diego de Almagro y los pueblecitos que estaban en los estrechos valles que bajan de la sierra. Y digo ‘estaban’ porque algunos han desaparecido bajo el agua y el barro. Lo peor ha sido el barro, en algunos sectores de Copiapó, las avalanchas han dejado las calles con casi dos metros de barro. Es impresionante ver los vídeos que han pasado por televisión: el río de barro llevándose casas, grandes camiones, personas… y en otros lugares las plantas bajas de las casas todas inundadas y las personas encima de los tejados esperando que algún helicóptero las rescatara. Ahora el problema serán las enfermedades que surjan a causa del barro contaminado con toda clase de residuos. En alguna de estas ciudades de la tercera región tardarán meses en tener agua potable porque se han destruido buena parte de la infraestructura.

Algunos calculan que las avalanchas han hecho mucho más daño que un tsunami.

No sabemos cuántos muertos ha habido, el gobierno ha dicho que unos 20 y 105 desaparecidos… Los bomberos que trabajan allí dicen que solo en uno de los pueblos encontraron más de 90 cadáveres.

Como los ánimos están muy a flor de piel, esta divergencia se atribuye a una táctica del gobierno para demostrar que controla la situación, es evidente que, a la larga, se volverá en contra suya por mentir a un pueblo que cree más a los bomberos que a los ministros y a la presidenta. A pesar de todas las desgracias y dificultades, seguimos adelante. ¡La Pascua nos traiga un mensaje de esperanza y de vida!

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